Nota extraída de la revista Santiago Guitarra y Copla, creación del Maestro Juan Carlos Carabajal.
Hablar con Elva Jugo significa ingresar a una marca de recuerdos que tiene que ver con un personaje apasionante: su esposo Marcelo Ferreyra, letrista de folkore santiagueño, hombre de la vieja guardia de músicos y artistas, fallecido en julio de 1992.
La notable capacidad de
Marcelo como poeta, su gran visión de folklorista y la cantidad enorme de temas
que dejó, son, de alguna manera, indicadores de un camino que debieran seguir,
en algún momento, los que se dedican a la tarea de la canción.
Elva Jugo fue durante muchos
años su compañera, en la vida y en las letras, y tiene la palabra encendida y
clara a la hora de evocar al "Cola
i'gallo", como se lo conocía a Ferreyra en el ambiente de los músicos.
Esta mujer sencilla que es Elva, que habla con voz medida y sin altisonancias,
publicó en 1995 a través del sello Phonodisc una grabación homenaje a su
esposo. Son 10 canciones (cuyas músicas pertenecen en su mayoría a Elva) que
evocan parte de la muy frondosa producción del escritor santiagueño.
Del lúcido recuerdo de Elva
sale un concepto como éste: "Marcelo
era extraordinario produciendo temas. Veía algo por la calle que le interesaba,
un pájaro, una flor... y era como si entrara en otra dimensión. Cuando volvía, ya
tenía completo el tema y me lo recitaba. Tenía una memoria y una facilidad increíble
para eso"..
El "Cola" era,
según evoca Elva, un hombre muy casero que casi no iba a las reuniones. Eran
casi siempre infructuosos los pedidos para una fotografía o un reportaje que
documentaran su memoria y su obra. No que ría hacerlo. Ella le preguntaba el
por qué; él respondía: "no tiene
importancia lo mio, no tiene valor".
Pero la obra del
"Cola" sí que tenía importancia. Sus temas fueron grabados por
primerísimas figuras del canto argentino (Chalchaleros, Manseros Santiagueños,
Zamba Quipildor, Cantores del Alba, Los Santiagueños, entre muchos otros), Lo cual
confirma la trascendencia que su mismo autor, un hombre solitario y triste, les
negaba.
HISTORIA
DE AMOR Y DE VIDA
“El
venía a mi casa -recuerda Elva - en calle Unzaga, entre Chacabuco y Patagonia,
pues era amigo de una de mis hermanas. Curiosamente, allí nunca lo vi, no lo conocí.
Estando en Buenos Aires, tras volver de un viaje de Bolivia adonde estuve
establecida un tiempo, mis hermanas sugirieron ir a dar un paseo. Yo por
entonces atravesaba una fuerte crisis de depresión por la enfermedad de mi
padre. Entonces nos encontramos durante ese paseo, de noche y Marcelo se acercó
a saludar a mi hermana. Ahí nos conocimos. Luego de esa vez nunca más nos
separamos. Fueron 28 años. Finalmente compramos una casa en Glew, un pueblito
lindo de la provincia de Buenos Aires, a 39 minutos de Constitución, que es el
lugar en que vivo".
MI AMIGO TIENE UNA PENA /
SOLEDAD, TIERRA Y QUIMERA / AUSENCIAS DEL PAGO VIEJO AMORES, MADRE, QUERENCIA.
/ COPLERO DE CIUDAD Y MONTE / DE RAZAS DESHEREDADAS /PERO REVIVE EN TUS CO-
PLAS/PUEBLOS, CAMPOS Y TU INFANCIA. / COPLERO DE LOS SILENCIOS / DEL AMOR, ALMA
Y VIDALA / CANTANDO TUS DULCES ZAMBAS/VUELVO A MI TIERRA LEJANA./ MARCELO COPLA
FERRERYA / SONCOY BU- LIA DE MI PECHO/HOY TE CANTA AGRADE- CIDO ESTE CANTOR
SANTIAGUEÑO./
"Coplas para un
coplero", de Shalo Leguizamón y Germán Gómez, es una canción dedicada a la
figura del poeta santiagueño. Es además una de las obras que inspiró el
recuerdo de quien fuera prolífico letrista (oficio que cuenta con prestigiosos
nombres: Pablo R. Trullenque, Vicente Castiñeira, y siguen las firmas). "También Felipe Rojas -nos apunta Elva- le
escribió un hermoso tema, lo que demuestra el cariño y el afecto con que se lo
recuerda".
Pedro Segundo Rojas Cuozzo, historiador de vivencias santiagueñas, también tiene lo suyo para decir acerca de Marcelo Cola i gallo" Ferreyra. "Tenía la mirada puesta en la belleza del cielo santiagueño comienza. Y como una forma de ejemplificar la inventiva de Ferreyra recurre a una anécdota: "en el barrio se ganaba la admiración de todos al hacer letras en forma de parodias en base a canciones conocidas. Luego ingresó en una academia de danzas y se lo distinguia por su elegancia para bailar la zamba. Tengo en el recuerdo noches interminables de amigos, zapateos, guitarra y bombo".
Trasncurre la charla y la
palabra bohemio surge casi de manera obvia para describir la personalidad de
Marcelo Ferreyra. Casi de manera automática, Elva corrige sobre la marcha...
"... era un bohemio muy
pulcro, uno muy especial. A pesar de que parecía jocoso era tímido al extremo.
Cuando llegaba a un lugar y no conocía a nadie, pegaba la vuelta y se iba. Tenía
una cantidad de amigos que lo querían y lo respetaban.
¿Cuál
fue la primera canción que le grabaron a Marcelo?
"Chacarera del
finado", por Los Chalchaleros. Marcelo conoció a Ernesto Cabezas en la
provincia de Buenos Aires, cerca de Merlo. Marcelo tenía la costumbre de silbar
despacio cajonear sobre su pecho. Y Cabezas (que no lo conocía hasta entonces)
iba sentado a la par en el tren; lo escucho y de inmediato trabaron amistad.
Marcelo le canto la chacarera, Ernesto se entusiasmó llevó la propuesta al
conjunto de grabársela. También era amigo de Juan Carlos Saravia.
Otros
amigos de Marcelo eran Los Manseros Santiagueños
Los quería mucho a Los Manseros: también era amigo de Zamba Quipildor, que le grabo varios temas. También Mercedes Sosa le grabo una canción: "Cuando muere el angelito". Fue muy amigo de Juan Carlos Aguirre de Los Cantores del Alba. Muchos conjuntos importantes llevaron la poesía de Marcelo a distintos puntos del globo.
Nuevamente el que habla es
Pedro Rojas Cuozzo: "otra cualidad
de Mercelo Ferreyra que lo distinguía de
los adolescentes del barrio, Cuando digo el barrio me refiero al lugar de reunión,
Avenida Roca y calle Catamarca.
Marcelo
fue un excelente ejecutante de bombo. En el barrio se comentaba que Los
Chalchaleros querían tenerlo para que les tocara el bombo a la usanza salteña.
Marcelo no congenio con esa propuesta y no ingreso al conjunto. Después, en su
andar con el arte nativo fue desarrollando su vuelo poético y lo demostró con
su "Zamba del Cuarto Centenario", que había escrito con motivos de
los festejos que se avecinaban por la fundación de nuestra ciudad. Afirmado
sobre una pared y cajoneando sobre su pecho con las manos, nos canto la zamba.
Las autoridades del Consejo General de Educación oficializaron la zamba para que fuera enseñada en las escuelas".
En su cotidianeidad matrimonial,
Marcelo y Elva Jugo conjugaron dos roles: esposos y creadores. Nos dice que era
la cosa más natural, algo que ocurría a diario: "Marcelo hacia una letra y me pregúntala si podía ponerle música.
Sucedió con María sin luz y con El niño del pájaro, un tema que hicimos para
Hugo Díaz que no se conoció. Con Marcelo escribimos muchas canciones. Después
de su muerte hice Alma vidalera, sobre una letra”.
Fuente:
Nota extraída de la revista Santiago Guitarra y Copla, creación del Maestro
Juan Carlos Carabajal.
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