viernes, 18 de noviembre de 2022

"Así cantaba un paisano, paisano salavinero"

 


¿QUIEN de nosotros no tarareó alguna vez "La olvidada”, “La alabanza” o “La blanca rosa”? Lo hicimos más de una vez por cierto, y por el milagro de la música nos sentimos transportados a la tierra del algarrobo y el chañar: una chacarera juguetona y las parejas que levantan polvareda mientras la bailan...

Ese es el gualicho que encierran todas las obras que nos han entregado a lo largo del tiempo los hermanos Díaz; su música pura, sacada de la tierra misma, nos conduce imaginariamente a sus fuentes naturales. Es mucho lo que les debe el folklore santiagueño a los hermanos Díaz; lamentablemente sólo podemos hablar con uno de ellos, dado que Benicio, a quien apodaban el Zoco, falleció hace varios años (1948).

Conversamos con Julián Antonio, más conocido como Cachilo Díaz; su casa son dos brazos abiertos siempre dispuestos a recibir a los amigos. Allí se realizan fiestas criollas y es dable escuchar a conjuntos o solistas de renombre, que llegan a visitarlo. Entre éstos merece una mención aparte Atahualpa Yupanqui; con don "Ata" no sólo ha firmado obras, sino que hay entre ambos una amistad que nace en viejas cacharpayas, donde juntos supieron pasar horas inolvidables.

UN POCO DE HISTORIA

Julián Antonio Díaz, éste es su nombre completo, nació en Salavina; fue el 23 de marzo de 1905 y eran sus padres Julián E. Díaz y Crescencia Torres.

Desde pequeño se sintió atraído por la música, llegando así a dominar varios instrumentos. Primero fue la armónica; más tarde creyó haber encontrado su verdadera vocación en el violín; tal es así que mientras cursaba sus estudios primarios en Buenos Aires, concurría al Conservatorio de Música que estaba bajo la dirección de los profesores Fracassi y D'Andrea. Al año siguiente (1917), retorna a Santiago, donde continúa rus estudios primarios y comienza con el aprendizaje de la guitarra, progresando rápidamente.

NACE UN DUO

Tiempo después formó un dúa con el Zoco y no había fiesta criolla donde no estuvieran presentes estos dos hermanos. Juntos recorrieron gran parte de Santiago y tuvieron así ocasión de escuchar a los más diversos músicos; pero quizá quienes más contribuyeron a inspirar sus creaciones, fueron esos paisanos lugareños, fieles intérpretes del sentir folklórico.

Los hermanos Díaz supieron escuchar, supieron compenetrarse, y no tardaron en ocupar un primer plano en el campo de la composición. Entre sus numerosas obras, todas ellas de un marcado sabor telúrico, se encuentran: "El pintao", "Achalay", "Don Benicio", "El pilón" (gatos), "La alabanza" (chacarera) y "La amorosa" (zamba); estos dos últimos títulos han cobrado circulación no hace mucho en el mundo del disco: la primera, en versión de Los Huanca Hua, y "La amorosa", con versos de Oscar Valles, ha sido grabada por Los Cantores de Quilla Huasi.

Los Hnos. Díaz también llevaron al disco sus propias canciones; en 1947 grabaron para la R.C.A. Víctor dos chacareras: "La olvidada" y "La finadita", y dos zambas: "La del 11" y 'La amorosa" (sin letra aún).

Al año siguiente fallece el Zoco Díaz, por lo que Cachilo decide hacer acallar su guitarra... Pero al cabo de dos años comprende que la mejor manera de recordar al hermano perdido, es templando dicho instrumento. Fue entonces cuando Cachilo Díaz sintió renacer su fibra de compositor, mereciendo destacarse entre sus últimas obras 'La humilde" (chacarera grabada por Atahualpa Yupanqui y Los Hermanos Simón entre otros) y la vidala "Sentido estoy", dedicada al querido Zoço con letra de Atahualpa Yupanquí.

PREFERIDOS

Cuenta Cachilo que en su infancia escuchó con frecuencia a un violinista no vidente, allá por Salavina; su nombre era Conrado Pérez, y actuaba acompañado por su tío Epifanio. Posteriormente recuerda haber escuchado a otros músicos, pero ningunos tan buenos como aquéllos (habría nacido aquí su presunta vocación por el violín). En cuanto a los artistas profesionales de hoy, admira a los Hermanos Simón por su fidelidad interpretativa.

HOGAR, DULCE HOGAR

Cachilo Díaz está casado con María Luisa Terribile, y precisamente el pasado 17 de junio cumplieron las bodas de plata. Tienen un hijo, Luis Mariano, a quien todos lo conocen como el Tushca; guitarrero y buen bombisto (como todo santiagueño), colabora con el padre en la enseñanza de música nativa...

Nosotros cerramos aquí nuestra nota con la esperanza de haber saldado, en parte, la deuda que teníamos con Cachilo Díaz.

Publicado en Revista Folklore Nº 74 (4/8/1964)


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