viernes, 16 de diciembre de 2022

El derecho a la guitarreada

Se sugiere acompañar la lectura del texto con la Zamba para un bohemio guitarrero, de Marcelo Ferreyra y Carlos Carabajal.

Fotografía coloreada x Leyendas del Folclore Santiagueño


En Santiago del Estero guitarrear es un derecho desde hace muchísimos años. Por ende, para los abogados que tienen el oficio de trabajar con las leyes, guitarrear no solo es un derecho sino también una obligación que deben reivindicar. Hace unos días se reunieron en un bar de la ciudad abogadas y abogados para cumplir con este ritual que ya tiene, indudablemente, fuerza de ley en esta comarca. El nombre de la autoconvocatoria fue El derecho a la guitarreada.

Es que es realmente así. El guitarrero santiagueño está en todas partes y a toda hora. Con dos o tres acordes puede hacer una sinfonía que inunde la casa o el patio. Al ritmo lo lleva como quien camina: un puñado de coplas para asombrar a los oyentes. Para el guitarrero el escenario es una cuestión menor, prefiere la ronda, esa comunión de voces circulares donde cada uno ha de esperar su turno para disfrutar la música entre charla, cuento o anécdota.

En la guitarreada no hay ensayo previo, todo transcurre sin premeditación, en el disfrute de la palabra cantada. El repertorio es un rumbo que ha de ir elaborándose con el fluir de la siesta, el crepúsculo o la noche. Cada momento sugiere, armoniza y propone. El vino puede ser la vertiente, un matecito cebado en silencio, quizás apenas el aire murmurando en las ventanas de los árboles.

La guitarreada puede ser una chacarera sin final o un momento de profunda intensidad que se desangra en un acorde, en una canción pulsada con sentimiento. El guitarrero por excelencia no se hace rogar: si le piden que cante, arremete. Hay guitarreros con sus apuntes, esos cancioneros anillados de antaño, manchados y ajados por algún fuego sorpresivo; y también los hay memoriosos que cantan hasta el amanecer sin ningún “machete”.

El guitarrero es un ser sin nombre, una entidad santiagueña que recibe la categoría de guitarrero, desde el día que así lo presentaron y quedó bautizado para siempre:

Che, va venir este chango que es un gran guitarrero ¿Y vos? ¿Qué sabes hacer?

El guitarrero aglutina, convoca, genera una dinámica distinta. Por momentos protagoniza y por momentos sabe desmarcarse en un silencio respetuoso.

Cantate una que sepamos todos, así murmuramos todo un sentir melodioso.

Algunos profesores suelen decir en la facultad o la escuela “no me guitarrees”, como si el vuelo imaginativo del estudiante con poco estudio no tuviera ningún valor.

La guitarreada es el instante mágico del encuentro. Todos son imprescindibles en esos momentos en los que sobreviene el silencio que lo llama. El guitarrero puede esperar algún pedido para agarrar el envión, pero nada más. No especula.

En la guitarreada tararean todos. Algunos hacen sus pedidos y allí está la singular ceremonia impostergable y sorpresiva en su devenir. La guitarreada fluye y se va encaminando: el placer se desgrana en cada copla, en la prestancia de todos para escuchar y para cantar.

Coquito Cáceres fue uno de esos guitarreros notables de Santiago. Su picardía cuando entraba al desaparecido Rincón de los artistas es aún recordada. Antes de interpretar un clásico tango rememoraba la visita de Gardel por Santiago, haciendo constar que fruto de una relación que “El Zorzal” tuvo con una santiagueña había nacido él, dicho lo cual vociferaba: “de Lepera y mi papa interpretaré el tango Volver”.

El acto creativo de la norma reside, la mayoría de las veces, en la sociedad, en aquello que se llama costumbre. Un teórico del tema diría “el centro de gravedad de la norma está en lo social.” Luego vienen los legisladores rezagados que elucubran discusiones que muchas veces la sociedad ya superó.

El guitarrero, aquí, en Santiago, es una especie que abunda, por lo tanto, necesita una regulación urgente como distinguido sujeto de derecho. os legisladores santiagueños deberían trabajar en el proyecto de ley “Coquito Cáceres” para institucionalizar el derecho y la obligación de guitarrear. También se podría establecer el “Día del nacimiento del bohemio guitarrero”, para convertir la provincia en una guitarreada masiva y horizontal por plazas, veredas, parques y patios. Grandes rondas musicales sin escenarios y sin tiempo, para que vuelvan guitarreros inmortales a reverdecer con la siembra de nuevas rondas.

Fuente: Pagina12

sábado, 10 de diciembre de 2022

La amanecida

 


MARIO Arnedo Gallo, cincuenta años que no parecen tales, y una bohemia que se exalta en cada recuerdo, en cada palabra, nos habla de "La Amanecida".

-"La Amanecida" es obra de la casualidad nos dice, y recuerda-: Hamlet celebraba un acontecimiento en su casa y yo, como de costumbre, no resistí la tentación de sentarme al piano. Sin saber cómo, divagaba con una melodía en la punta de los dedos, que al dueño de casa le atrajo en seguida.

Era el cumpleaños de Silvita, la segunda hija de Lima Quintana, y la alegría de la fiesta, los chistes, algún brindis de más, me hicieron olvidar totalmente aquella melodía nueva. Con más razón cuanto que yo no escribo música. Me inauguré como músico en el piano que mi hermana había abandonado, y nunca pude develar el misterio de esas figuritas de redondelas y palitos que son las teclas, por lo que jamás puedo tomar nota de mis improvisaciones. Un año después, Hamlet me decía: "Tengo la letra para la zamba tuya. Aquella que compusiste en mi casa...

Y me dio a leer aquellos versos que para esos años, y más aún para acompañar un tema folklórico, sonaban extraños, muy de vanguardia. -¿Pero a usted le gustaron?

-La letra es lo mejor que tiene la zamba. No creo que con otros versos hubiera tenido el mismo Éxito. Además no sólo se ha identificado con la música, sino que las palabras por sí solas tienen una extraña sugestión. -¿Y fue aceptada por los intérpretes y el público en seguida?

-De ningún modo. Un compositor debe saber esperar. Hay obras que nacen de acuerdo al sentir del momento, y otras que deben aguardar su hora. Así fue que "La Amanecida" debió esperar casi diez años para entrar en el público. Pero la espera fue compensada por las satisfacciones posteriores. -¿Alguna anécdota?

-Precisamente. Una mañana, casi al amanecer, salía de mi casa en Hurlingham, y al cruzar la barrera, detuve mis pasos al escuchar unos compases conocidos... El guardabarreras tarareaba con buena voz: "Ya no puedo decir que el viento es pan de horizontes, / ni acercar la mañana a mi boca, / labios carne de cobre...".

-Me acerqué y le dije: ¿Qué está usted cantando? -Y, no sé... -me contestó. Es una ilnda zamba. Me gusta y la he aprendido de tanto oírla.

No le dije nada, pero me fui pensando, con un estremecimiento, en la tremenda responsabilidad de ser autor. De poner en boca del pueblo música y palabras, que aunque a veces no entienden del todo, las repiten hombres y niños.

Es como ser un poco dios. Dar lo bueno o lo malo. Educar o envilecer. Es un poco también la responsabilidad de Disc Jockeys e intérpretes: Ser o no ser luz...

En ese momento, Mario Arnedo me hablaba como padre. Como el padre de cinco niños, que tiene experiencia formativa. Mario es, hoy día, un guitarrista y pianista autodidacta. De ahí que la música de "La Amanecida" le fuera devuelta a su memoria por el silbido de Hamlet Lima Quintana, y la notación musical de Néstor Ziccardi, para quien Mario tiene afectuosas y agradecidas palabras. do su hora.

Seguimos hacia atrás en el recuerdo y que la mejor interpretación de "La Amanecida" es la realizada por Los Huanca Huá, aunque los primeros en cantarla y difundirla fueron Gasparrino y Valdez, integrantes del extinguido conjunto Los Nocheros. De aquella época también era una agrupación que hacía esta música, y que estaba constituida por Polo Giménez, Atuto Mercau Soria, el "Negro" Alvarez Vega y Guillermo Gándara Casares.

El éxito de "La Amanecida" es reciente. Después de los Huanca Huá la sacan Los Quilla Huasi, pasa desapercibida para Los Fronterizos y Los Chalchaleros, pero el número de grabaciones es muy extenso, y se la sigue y seguirá haciendo, porque sigue viviendo en nuestro público y en el extranjero. Mario Arnedo Gallo nunca previó el éxito de esta obra, pero sí, desde el comienzo, le pareció que era una canción fina y dulce. También por eso la tapa de su edición musical, fue ilustrada por una artista femenina y gran amiga suya: Araceli Vázques Málaga.

-El día que no hago música, me muero -dice fervorosamente el artista. Nosotros no lo dudamos. Sabemos de la silenciosa dedicación del autor de "Salavina", "La flor azul" y tantas otras con gusto a Santiago, que no nos extrañaría saber que entre sus últimas composiciones hay otro éxito aguardando su hora.  

Nos despedimos de Adalberto Mario Raúl Arnedo, como es su verdadero nombre, viéndolo partir hacia sus "Montes de soledad...

ALMA GARCIA / Publicada originalmente en Revista Folklore 


La amanecida (zamba) - Los Huanca Hua


miércoles, 7 de diciembre de 2022

Me basta con eso (chac) - Alfredo Abalos

 



Me basta con eso

(chacarera)

1 -

Con mi llanto derramado

se puede formar un río

quién sabe a qué mares

se va el llanto mío.

 

El vino me lleva lejos

adonde nadie me alcanza

regiones que sólo

conoce mi alma.

 

Los hombres son dioses ciegos

que andando a tientas avanzan

lo que andan buscando

no sirve de nada.

Estribillo

Como el kakuy en la rama

espero por tu regreso

por «áhi» acordate,

me basta con eso.

2 -

Si no te sirve mi copla

mejor echala al olvido

si nadie la escucha

lo mismo que al grillo.

 

Qué es la vida sino un soplo

tan sólo Dios es eterno

y el hombre una brizna

que se lleva el viento.

=

No me asusta que en la sombra

la muerte afile el cuchillo

no puede quitarme

lo que ya he vivido.

 

Letra: Juan Carlos Carabajal

Música: Kali Carabajal

sábado, 26 de noviembre de 2022

Cuarteto de cámara

El cuarteto vocal, de Cámara, "Gómez Carrillo

El cuarteto vocal, de Cámara, "Gómez Carrillo' cuya actuación artística le ha valido el caluroso aplauso del público y la crítica de todo el país. Gastón 0. Talamón, crítico musical de "La Prensa" de Buenos Aires, ha señalado que este conjunto, integrado por cuatro jóvenes universitarios santiagueños, hijos de don Manuel Gómez Carrillo, rayan a la altura de los más célebres conjuntos similares de Europa y Estados Unidos.

Su repertorio, de notable variedad, abarca cuatro siglos de música desde Palestrina y Victoria, pasando por Bach y recorriendo los modernos, Debussy y Ravel, hasta culminar con las canciones y danzas de América  particularmente nuestro folklore Argentino.

El Cuarteto Vocal Gómez Carrillo en breve y brillante trayectoria se ha impuesto en el mundo musical como una de las más extraordinarias manifestaciones del arte contemporáneo, honrando a Santiago del Estero  como una de las más extraordinarias manifestaciones del arte contemporáneo. 

Nota publicada en El Liberal. Numero Del Cincuentenario 1898




 

viernes, 25 de noviembre de 2022

Palabras del Presidente de la Academia de Folklore de La República Argentina sobre el extraordinario “Cuarteto Gómez Carrillo”.

 


"La perfección y los arreglos de sus interpretaciones no sólo de música criolla argentina (las chacareras “La bilingüe” y “La quichuista” y la zamba “La yerba buena” son maravillas por su pureza y rigurosidad folklórica) sino de obras de Héctor Villalobos, Negro Spirituals, Bach y Jazz fueron antológicas.

Carmen (la “Chocha” que acaba de fallecer), Manuel (¨Manolo”), Julio (“Chololo”) y Jorge Rubén (“Gogui”) fueron los cuatro hermanos Gómez Carrillo que integraron este famoso Cuarteto Vocal de Cámara argentino, el primero en su género en nuestro país, donde impusieron el canto polifónico “a capella” e incursionaron en los más variados géneros musicales, tanto clásicos como contemporáneos, y en la música popular de inspiración folklórica de nuestro país y de otros países europeos y americanos.

Pertenecientes a una antigua familia de Santiago del Estero, eran hijos del maestro Manuel Gómez Carrillo - compositor, investigador de nuestro folklore y educador - y de la pianista doña Inés Landeta César.

Al mismo tiempo que realizaban sus estudios universitarios, que culminaron exitosamente en filosofía, derecho, medicina y ciencias económicas, ellos mismos fundaron y organizaron este cuarteto vocal de cámara que cultivó una tradición musical que se remonta al Renacimiento: la polifonía vocal sin acompañamiento instrumental.

La agrupación nació al calor del hogar, fruto espontáneo de vida espiritual y reconcentrada. Para llenar los momentos de descanso tras la jornada estudiantil, los jóvenes Gómez Carrillo cantaban y estudiaban música con sus padres, educando insensiblemente sus naturales cualidades vocales y su vigorosa inclinación por el canto a varias voces. Don Manuel, su padre, con humor llamaba “cuarteto de sobremesa” a esta incipiente institución que pronto sería el famoso Cuarteto Gómez Carrillo.

Investigadores pacientes de las posibilidades sonoras de sus voces ensayaron múltiples formas de expresión. Comenzaron por ponerse en contacto con los más famosos polifonistas de los siglos XV y XVI, de distintas escuelas y estilos. Adaptaron a manera de ejercicio técnico, fugas de Juan Sebastián Bach originales para clave; “leyeron” fragmentos de cuartetos instrumentales de Schubert y Debussy; abordaron las principales páginas corales de Hindemith, Milhaud y Honegger; inclusive, en continuada búsqueda, transformaron sus voces en instrumentos para traducir el “clima sonoro” de la música de Strawinsky, en el Gran Coral de la “Historia del soldado”. Sin detenerse en los escollos de estas difíciles experiencias, cultivaron también la música tradicional de casi todos los países del mundo en originalísimas formas; canciones y danzas europeas, latinoamericanas, cantos de macumba afrobrasileños, “negro spirituals” o sincopadas formas del “jazz”.

De esta manera el Cuarteto logró formar un repertorio en el que se hallan representados más de cuatro siglos de música vocal “a capella”.

Un día, Gastón O. Talamón, autorizado crítico musical, escuchó al Cuarteto Gómez Carrillo en privado, y entusiasmado, tuvo la feliz iniciativa de promover su primera presentación pública. Así actuó en la asociación de artistas “La Peña” de Buenos Aires, que se reunía en el famoso Café Tortoni, en septiembre de 1942, con notable éxito, el que se renovó sucesivamente en cada una de sus presentaciones en los centros musicales de mayor jerarquía.

Bernardo Iriberri, empresario promotor de tantas e inolvidables jornadas artísticas en nuestro país, incluyó al Cuarteto Gómez Carrillo en su elenco de celebridades mundiales presentándolo en la sala del Teatro Odeón de Buenos Aires, en agosto de 1944, con la más cálida acogida del público y el definitivo dictamen de la crítica.

El Cuarteto Vocal Gómez Carrillo fue en su momento un conjunto único en su género dentro del medio artístico argentino, recibió excelentes críticas a lo largo de su trayectoria. Sus conciertos en la Asociación Wagneriana, en el Teatro Odeón y en el Teatro Colón de Buenos Aires, en “El Círculo” de Rosario, en el S.O.D.R.E. y el Teatro Solís de Montevideo, en el Teatro Municipal de Río de Janeiro y en la “Sociedade de Cultura Artística” de San Pablo, así como su actuación radiofónica principalmente en las Radios Belgrano, Splendid y El Mundo de Buenos Aires, y en la televisión de Argentina, Brasil y Uruguay.

Fue muy destacado, por su alto nivel cultural y por las personalidades que participaron en el mismo, su programa “En casa de los Gómez Carrillo” junto con Augusto Bonardo, en el entonces único Canal 7.

A través de éstas y muchas más actuaciones en el interior del país y en el extranjero, el Cuarteto fue considerado por la crítica internacional como uno de los más completos conjuntos vocales y único en el canto “a capella”, cuyas posibilidades según el crítico musical austríaco Arpad Kövy, “llegó a desenvolver hasta una perfección asombrosa”.

Enrique Villegas, con motivo de reeditarse un LP del Cuarteto, dijo en 1977: “Luego de la visita de los Swingle Singers a Buenos Aires, la gente se quedo asombrada; pero se olvidó de que el primer “Swingle” argentino fue el Cuarteto de los hermanos Gómez Carrillo, que veinticinco años antes ya hacia lo mismo; cantaba motetes, cosas a cuatro voces y aquí nadie les había llevado el apunte”.

Y Eduardo Falú opinó: “Cuando aún no se conocían antecedentes sobre el original tratamiento que este conjunto imprimía a las voces con la incorporación de sensaciones y colores raros (imitación de instrumentos de viento, cuerdas y percusión) unida a un ajustado estilo polifónico a capella, el Cuarteto Gómez Carrillo inauguró una nueva forma de expresión musical con todos esos singulares elementos y recursos que luego serían adoptados por otros conjuntos similares que hoy están en boga en la Argentina y en el exterior. Es decir, los Gómez Carrillo son los precursores de un nuevo estilo en el que las voces se convierten en instrumentos merced a una paciente labor para lograr esos efectos que hoy tienen vigencia en todo el mundo”.

Si bien el Cuarteto realizó también diversos registros fono eléctricos en Buenos Aires y Río de Janeiro, lamentablemente muy pocos de ellos se han conservado y recuperado.

Los compromisos profesionales que atendían activamente a la par de sus presentaciones artísticas, y otras obligaciones familiares, hicieron que este singular cuarteto vocal argentino fuera restringiendo sus actuaciones paulatinamente a partir de 1960. Manolo falleció en 1992, Julio en 1999 y la Chocha en 2009.

Cuando nos casamos con Marinieves en Washinton en 1965, Manolo Gómez Carrillo era Ministro de la Delegación Argentina ante la OEA. Si bien nos conocíamos de antes, allí pudimos intimar y forjar una muy honda amistad que vivimos hasta su fallecimiento en 1992.

Es una profunda pena que se desconozca hoy la obra realizada por este excepcional Cuarteto Vocal de Cámara. Quizá sea uno de los proyectos que debemos imponernos en la Academia del Folklore de la República Argentina.

Lo mismo desgraciadamente- ocurre con otros grupos como el “Cuarteto Contemporáneo” que formaran allá por fines de los 50 y principios de los 60 en Mendoza Tito Francia, Jorge Montana, Mario Bravo (autor de esa bellísima tonada “Tal vez un día”) y Oscar Cánova. NO sé si hay grabaciones de este cuarteto.

Otros grupos vocales fundamentales sin duda fueron el “Coro Universitario Aclalay de La Plata” que dirigía Rubén Urbiztondo y “Llajta Sumac” que dirigía Esteban Velardez y en el que estaban Remberto Narváez, Guillermo Arbos, Lorenzo Vergara y Miguel Angel Trejo en el piano. Y otros precursores de arreglos vocales como el Pato Gentilini en Tucumán.

Y sería una perogrullada mencionar a ese extraordinario creador que es mi fraterno Chango Farías Gómez con sus “Huanca Hua”, el “Grupo Vocal Argentino” y “MPA”. El Chango nos sigue asombrando con sus arreglos".

Antonio “Tonito” Rodríguez Villar

 

jueves, 24 de noviembre de 2022

ORLANDO GEREZ, alma y sentir del bandoneón



Felipe Carpos primero

y luego Orlando Gerez.

vivimos en este rancho

de copla, música y miel.

 

En este rancho, señores.

hemos vivido los tres,

changuitos de un dulce tiempo tiempo

que no ha de volver.

 

Dicen las inspiradas coplas del poeta Alfonso "Pocho" Nassif y el lugar es Pampa Muyoj (Depto. Figueroa). En ese pago vio la luz este músico que está ahora frente nuestro acurrucando en sus rodillas a su compañero inseparable, el que le dio la oportunidad a sus ansias de aprender música, de componer canciones y de trascender.

Territorio quichuista, ("no hablo quichua pero si dos personas dialogan, entiendo perfectamente", admite), allí su padre que era obrajero le compró el primer instrumento. Cuando el hombre falleció, la familia se trasladó a esta capital. Orlando tenía 15 años y muchos deseos de aprender música.

Tocaba de oído algunas chacareras que tuvo que dejar de lado cuando entró a la academia del profesor Gabriel Esper. Estudió con pasión el difícil instrumento que haría desertar a muchos alumnos ante la ansiedad de los padres que querían que los chicos aprendieran cuanto antes para exhibirlos en las fiestas familiares.

-"Entonces era distinto. Estudié con muchas ganas y no quería desaprovechar el tiempo. No duró mucho porque había que trabajar", evoca Orlando que recupera de su memoria la figura de los músicos de aquella época: Lulo Gorostiza, Fidel Lucero, Alberto Pérez. Lazaro Loto, el "Paton" Rios, por ejemplo".

Las dificultades para el aprendizaje se explican porque el bandoneón suena distinto al abrir y al cerrar. "Incluso de la izquierda tiene una octava menos", aclara el músico que observa la escasez de concertistas de bandoneón aunque si apunta una nomina de grandes ejecutantes, sobre todo en el tango. Admira a Astor Piazzola a quien vio tocar hace muchos años en Santiago, en el famoso Rincón de los Artistas.. "Andaba sin su bandoneón por que lo que tuvo que tocar en el que había en el bar al que le faltaban algunos botones".

Su carrera como compositor e intérprete

El joven Orlando Gerez armó su primer grupo en el 57 iniciando una vertiginosa trayectoria que lo proyecta a nuestros días con 16 trabajos grabados. El más reciente, acaba de aparecer y se titula: "A mi pago Coro Pampa".

En el ínterin hay que anotar su aprendizaje revistando en las filas de los grupos de don Sixto Palavecino, los Hnos. Simón, Típica Tradición, "El Barrialito", "Los Ases del Tango" y sobre todo con Domingo Rodriguez, "El Caballe ro del Chamamé", con el que recorrió toda la provincia.

-"Con mi primer conjunta que integraban Bulacio, Paz y Gómez  tocábamos en los bailes populares: "Tinguilo" y el club Villa Nueva, por ejemplo. En el baile de Lucha tocaba con el Ruso Ledesma y su hermano et Tuno, de día en Lucha y de noche en Graciani. Eran los tiempos en que los carnavales duraban seis dios y había que tener mucho repertorio, con entradas que duraban una hora", rememora Gerez que por aquellos tiempos también actuaba en la vieja radio LV11 en ciclos mensuales pagados. En el salón auditorio de la emisora vio por primera vez a Fidel Lucero, músico notable que fue su amigo hasta el final de sus días. También vio allí a los Hermanos Simón, a Los Tobas y a Los Luceros. Época también de buenos cantores de tango como el Pibe Miranda, Jorge Cristal, Américo Navarro, en el apogeo del Rincón de los Artistas con el Mandinga del Bandoneón, Sixto Díaz y el Chango Ledesma.

Tiempos heroicos donde los músicos debían cumplir verdaderas maratones porque no existían equipos de sonido ni escenarios.

-"En el campo no querían bailar con grabaciones. Una vez en Garza con el Ruso tocamos desde las 13 hasta las 20, sin descansar. Ahora tocan 15 minutos y ya se quieren bajar".

Los tiempos modernos encuentran al músico con un largo camino recorrido y una madurez como compositor e instrumentista que le han ganado el respeto y la admiración del público y de sus colegas. Valora todo lo vivido hasta ahora y pone el acento en sus maestros. Recuerda a Damasio Esquivel que lo introdujo sabiamente en el universo de la música del litoral que ejecuta con tanta destreza como el folklore.

-Orlando, si tuvieras que aconsejar a los chicos que recién se inician, ¿qué les dirías?

-"Primero que aprendan música, la teoría, el solfeo, la armonía para poder arreglar un tema. Que conozcan con profundidad la música tradicional. Después que hagan lo que quieran, sin desvirtuar la esencia, sin perder la raíz. Que escuchen a los grandes: Chazarreta, Julio Jerez, Hugo Díaz, Hermanos Simón, Hermanos Ríos, los Hermanos  Díaz, porque todo nace de ahí".

Orlando Gerez admite que tiene ganas de volver a Pampa Muyoj.

-"A veces cuando voy a Buenos Aires me encuentro con mi coterráneo Segundo Cortés que tiene un programa de radio. Con él hablamos del pago y recordamos cosas de nuestra infancia", Como para no perder contacto con las raíces.

Fuente: Nota extraída de la revista Santiago Guitarra y Copla, creación del Maestro Juan Carlos Carabajal.



Marcelo "Cola" Ferreyra, en el recuerdo

Nota extraída de la revista Santiago Guitarra y Copla, creación del Maestro Juan Carlos Carabajal.



Hablar con Elva Jugo significa ingresar a una marca de recuerdos que tiene que ver con un personaje apasionante: su esposo Marcelo Ferreyra, letrista de folkore santiagueño, hombre de la vieja guardia de músicos y artistas, fallecido en julio de 1992.

La notable capacidad de Marcelo como poeta, su gran visión de folklorista y la cantidad enorme de temas que dejó, son, de alguna manera, indicadores de un camino que debieran seguir, en algún momento, los que se dedican a la tarea de la canción.

Elva Jugo fue durante muchos años su compañera, en la vida y en las letras, y tiene la palabra encendida y clara a la hora de evocar al "Cola i'gallo", como se lo conocía a Ferreyra en el ambiente de los músicos. Esta mujer sencilla que es Elva, que habla con voz medida y sin altisonancias, publicó en 1995 a través del sello Phonodisc una grabación homenaje a su esposo. Son 10 canciones (cuyas músicas pertenecen en su mayoría a Elva) que evocan parte de la muy frondosa producción del escritor santiagueño.

Del lúcido recuerdo de Elva sale un concepto como éste: "Marcelo era extraordinario produciendo temas. Veía algo por la calle que le interesaba, un pájaro, una flor... y era como si entrara en otra dimensión. Cuando volvía, ya tenía completo el tema y me lo recitaba. Tenía una memoria y una facilidad increíble para eso"..

El "Cola" era, según evoca Elva, un hombre muy casero que casi no iba a las reuniones. Eran casi siempre infructuosos los pedidos para una fotografía o un reportaje que documentaran su memoria y su obra. No que ría hacerlo. Ella le preguntaba el por qué; él respondía: "no tiene importancia lo mio, no tiene valor".

Pero la obra del "Cola" sí que tenía importancia. Sus temas fueron grabados por primerísimas figuras del canto argentino (Chalchaleros, Manseros Santiagueños, Zamba Quipildor, Cantores del Alba, Los Santiagueños, entre muchos otros), Lo cual confirma la trascendencia que su mismo autor, un hombre solitario y triste, les negaba.

HISTORIA DE AMOR Y DE VIDA

“El venía a mi casa -recuerda Elva - en calle Unzaga, entre Chacabuco y Patagonia, pues era amigo de una de mis hermanas. Curiosamente, allí nunca lo vi, no lo conocí. Estando en Buenos Aires, tras volver de un viaje de Bolivia adonde estuve establecida un tiempo, mis hermanas sugirieron ir a dar un paseo. Yo por entonces atravesaba una fuerte crisis de depresión por la enfermedad de mi padre. Entonces nos encontramos durante ese paseo, de noche y Marcelo se acercó a saludar a mi hermana. Ahí nos conocimos. Luego de esa vez nunca más nos separamos. Fueron 28 años. Finalmente compramos una casa en Glew, un pueblito lindo de la provincia de Buenos Aires, a 39 minutos de Constitución, que es el lugar en que vivo".

MI AMIGO TIENE UNA PENA / SOLEDAD, TIERRA Y QUIMERA / AUSENCIAS DEL PAGO VIEJO AMORES, MADRE, QUERENCIA. / COPLERO DE CIUDAD Y MONTE / DE RAZAS DESHEREDADAS /PERO REVIVE EN TUS CO- PLAS/PUEBLOS, CAMPOS Y TU INFANCIA. / COPLERO DE LOS SILENCIOS / DEL AMOR, ALMA Y VIDALA / CANTANDO TUS DULCES ZAMBAS/VUELVO A MI TIERRA LEJANA./ MARCELO COPLA FERRERYA / SONCOY BU- LIA DE MI PECHO/HOY TE CANTA AGRADE- CIDO ESTE CANTOR SANTIAGUEÑO./

"Coplas para un coplero", de Shalo Leguizamón y Germán Gómez, es una canción dedicada a la figura del poeta santiagueño. Es además una de las obras que inspiró el recuerdo de quien fuera prolífico letrista (oficio que cuenta con prestigiosos nombres: Pablo R. Trullenque, Vicente Castiñeira, y siguen las firmas). "También Felipe Rojas -nos apunta Elva- le escribió un hermoso tema, lo que demuestra el cariño y el afecto con que se lo recuerda".

Pedro Segundo Rojas Cuozzo, historiador de vivencias santiagueñas, también tiene lo suyo para decir acerca de Marcelo Cola i gallo" Ferreyra. "Tenía la mirada puesta en la belleza del cielo santiagueño comienza. Y como una forma de ejemplificar la inventiva de Ferreyra recurre a una anécdota: "en el barrio se ganaba la admiración de todos al hacer letras en forma de parodias en base a canciones conocidas. Luego ingresó en una academia de danzas y se lo distinguia por su elegancia para bailar la zamba. Tengo en el recuerdo noches interminables de amigos, zapateos, guitarra y bombo".

Trasncurre la charla y la palabra bohemio surge casi de manera obvia para describir la personalidad de Marcelo Ferreyra. Casi de manera automática, Elva corrige sobre la marcha...

"... era un bohemio muy pulcro, uno muy especial. A pesar de que parecía jocoso era tímido al extremo. Cuando llegaba a un lugar y no conocía a nadie, pegaba la vuelta y se iba. Tenía una cantidad de amigos que lo querían y lo respetaban.

¿Cuál fue la primera canción que le grabaron a Marcelo?

"Chacarera del finado", por Los Chalchaleros. Marcelo conoció a Ernesto Cabezas en la provincia de Buenos Aires, cerca de Merlo. Marcelo tenía la costumbre de silbar despacio cajonear sobre su pecho. Y Cabezas (que no lo conocía hasta entonces) iba sentado a la par en el tren; lo escucho y de inmediato trabaron amistad. Marcelo le canto la chacarera, Ernesto se entusiasmó llevó la propuesta al conjunto de grabársela. También era amigo de Juan Carlos Saravia.

Otros amigos de Marcelo eran Los Manseros Santiagueños

Los quería mucho a Los Manseros: también era amigo de Zamba Quipildor, que le grabo varios temas. También Mercedes Sosa le grabo una canción: "Cuando muere el angelito". Fue muy amigo de Juan Carlos Aguirre de Los Cantores del Alba. Muchos conjuntos importantes llevaron la poesía de Marcelo a distintos puntos del globo.

Nuevamente el que habla es Pedro Rojas Cuozzo: "otra cualidad de Mercelo  Ferreyra que lo distinguía de los adolescentes del barrio, Cuando digo el barrio me refiero al lugar de reunión, Avenida Roca y calle Catamarca.

Marcelo fue un excelente ejecutante de bombo. En el barrio se comentaba que Los Chalchaleros querían tenerlo para que les tocara el bombo a la usanza salteña. Marcelo no congenio con esa propuesta y no ingreso al conjunto. Después, en su andar con el arte nativo fue desarrollando su vuelo poético y lo demostró con su "Zamba del Cuarto Centenario", que había escrito con motivos de los festejos que se avecinaban por la fundación de nuestra ciudad. Afirmado sobre una pared y cajoneando sobre su pecho con las manos, nos canto la zamba. Las autoridades del Consejo General de Educación oficializaron  la zamba para que fuera enseñada en las escuelas".

En su cotidianeidad matrimonial, Marcelo y Elva Jugo conjugaron dos roles: esposos y creadores. Nos dice que era la cosa más natural, algo que ocurría a diario: "Marcelo hacia una letra y me pregúntala si podía ponerle música. Sucedió con María sin luz y con El niño del pájaro, un tema que hicimos para Hugo Díaz que no se conoció. Con Marcelo escribimos muchas canciones. Después de su muerte hice Alma vidalera, sobre una letra”.

Fuente: Nota extraída de la revista Santiago Guitarra y Copla, creación del Maestro Juan Carlos Carabajal.

sábado, 19 de noviembre de 2022

En fatal accidente pierden la vida tres integrantes del conjunto "Los Cantores de Salavina"

 


Un accidente de trágicas consecuencias se produjo en la ruta 3, jurisdicción de nuestro partido. Un automóvil que circulaba a alta velocidad embistió al acoplado de un camión que se encontraba detenido y resultó completamente destrozado, perdiendo la vida tres de las cinco personas que viajaban en su interior.. En tanto que las otras dos resultaron heridas de consideración.

El automóvil a que hacemos referencia procedía de Bahía Blanca, y en el mismo viajaba el celebrado conjunto Los Cantores de Salavina, integrado por Osvaldo Duthu, Luciano Duthu, Antonio Ramírez y Víctor Alberto Quinteros, a quienes acompañaba Alberto Fort, amigo de los nombrados y quien estaba a cargo del volante del coche de su propiedad, que era un Di Tella 1500, chapa-patente de la provincia de Buenos Aires 1.147.059. Los nombrados se dirigían desde la ciudad atlántica a la localidad de San Cayetano, donde debían presentarse esa noche (martes 15) a las 22. Como habían demorado la salida viajaban a marcha acelerada, a los efectos de llegar a destino a la hora en que estaba anunciada la actuación, y esto, juntamente con el estado resbaladizo de la carretera por causa de la humedad ambiente, pudo haber tenido mucho que ver en la catástrofe.

Cuando el coche se aproximaba al kilómetro 514,500 - sea a la altura del camino de acceso a la localidad de Micaela Cascallares, el conductor advirtió, en medio de las sombras de la noche, eran las 19.45 la presencia de un camión, por cuyo motivo apretó violentamente los frenos, según puede colegirse por las señales que las ruedas dejaron en el afirmado; pero ya era demasiado tarde, pues el obstáculo ya estaba encima, y aunque el manejante trató de desviarse con un violento viraje, no pudo evitar el choque, que fue terrible, al punto que todo un costado del rodado fue prácticamente arrancado, quedando también des- trozado casi todo el resto del vehículo.

Las tres personas que viajaban en el asiento trasero sufrieron más que sus compañeros que iban adelante los efectos del impacto. Aquellos eran Luciano Duthu, Victor Humberto Quinteros y Antonio Ramirez, quienes murieron instantáneamente, en tanto que Osvaldo Duthu y Jorge Alberto Fort sufrieron heridas de consideración.

El camión, que se había detenido por desperfectos, era un Fiat, chapa-patente 835.474, perteneciente a la empresa CITI, de la Capital Federal. Lo conducía Pedro Segundo Marinero, soltero, de 24 años, domiciliado en la metrópoli, a quien acompañaba Francisco Moyano. Se dirigía hacia Comodoro Rivadavia con mercaderías generales.

Inmediatamente, los camioneros trataron de auxiliar a las victimas luego de ver el cuadro desgarrante que ofrecían. A tales efectos intentaron obtener el concurso de automovilistas que pasaban por el lugar, pero tres de ellos no se detuvieron. Recién el cuarto y quinto vehículos pararon era un Rambler y el segundo una camioneta Di tella, cuyos ocupantes se prestaron, en un rasgo de solidaridad humana, a trasladar a los muer tos y heridos a Tres Arroyos. Los condujeron al Hospital Pirovano, en cuya morgue fueron depositados los mientras que a los heridos se los internaba para su rápida asistencia. El primero en atender a últimos fue el doctor Fontán, quien estableció que Osvaldo A. Duthu presentaba una ligera conmoción a estos cerebral. y Fort también una conmoción cerebral de carácter reservado, y heridas cortantes. El último de los nombrados a ser trasladado a Bahía Blanca en horas de la madrugada.

Publicada originalmente en Revista Folklore Nº 53 (octubre 1963)


Chacarereando con Miguel Simón

 


Bajo el quebracho del patio el mate iba y venía como el péndulo de un reloj. También iban y venían los cuentos, los chistes, las nostalgias. Acabábamos de comer unas empanadas en el amplio comedor de la casa y asentábamos la comida con unos verdes. Nora Urdinola, Marcelo Santillán, Los Manseros Santiagueños y Cacho González acompañaban a Folklore en à visita a la casa de una de las familias "musiqueras de Santiago del Estero y la rueda se había agrandado con los hijos y los nietos de don Miguel Simón, uno de los famosos Hermanos Simón.

Pronto la chacarera nos envolvió todos. Don Miguel se animó, pidió su bandoneón y ya estábamos todos acompañando con palmas...

De pronto, se paró la música y se inició una charla sobre la "Apología de la chacarera". Su origen e intérpretes. Como no se ponían de acuerdo, ya que Nora opinaba que la había oído interpretada por primera vez por Eduardo Avila cuando integraba una delegación provincial al Festival de Cosquin y se la creía anónima, don Miguel propuso aclarar y documentar el hecho. Así fue como, entre mate y mate, entre zamba y zamba bailada por Marcelo y Nora, entre chacarera y chacarera matizadas con tortilla al rescoldo, nos enteramos de algunas cosas relatadas por boca de Miguel Simón.

-No hace mucho me escribió don Atahualpa Chavero Yupanqui desde París. Me pedía que cuando fuera al cementerio, le pusiera una flor de ucle a la tumba de mi hermano José, en su nombre. Lo estimaba mucho porque mi hermano tiene muchas obras lindas y auténticas, que a don Ata le gustaban. Además una hermosa amistad nos unió desde muchos años atrás.

Recuerdo cuando estábamos actuando en el Rancho de Atahualpa, en Tucumán llevaba su nombre pero él no se ocupaba de eso. Atahualpa venía todas las noches a comer con nosotros y nos contábamos muchas cosas. Era 1964, más o me- nos. José recitaba en ese lugar la "Apología de la chacarera' que Julio Gerez había escrito entre los años 42 al '45, y que el Dr. Faro -abogado y letrista- había completado y arreglado. Nuestro conjunto había estrenado ese poema en el casino de Termas de Rio Hondo en 1953 y desde entonces lo incluíamos frecuentemente en nuestras presentaciones porque gustaba mucho al público.

Un día Yupanqui le dijo a José que no había dormido en toda la noche pensando en una glosa sobre la vidala que finalmente escribió. para que José la dijera. Es ésta.

Miguel nos acerca entonces un papel ya un poco ajado, don- de leemos, con la letra característica de A. Yupanqui: "Copia para el amigo José Simón. Para que rece la copla cuando se proporcione": firmado: Atahualpa Yupanqui, 21/IX/65.

Es la glosa que hacia el Chucaro en sus espectáculos y que también dice Leocadio Torres. Dice: "Me está quemando en el pecho/la copla de la vidala/y ando solo por el mundo no tengo bombo ni caja. / La vida es todo camino / toda recuerdo y distancia y esta copla consumiendo mi corazón en sus brasas. Allá por sobre los montes la luna redonda pasa ¡Ay si pudiera ayudarme, ay si la luna bajara!/ Si la tuviera en mis brazos / tendría la mejor caja pa tinquiarla despacito mientras suelta la vidala. Para cantarle a Mailin /a Añatuya, a La Banda, / Herrera, Suncho Corral / a Salavina y Barranca y andar por todo Santiago con una luna por caja después perderme en el monte buscando la Salamanca."

Los Hermanos Simón comenzamos diecisiete años antes que Los Hermanos Abalos. Nos iniciamos en el año 35 actuando en el Cine-teatro Renzi y en el 37 inauguramos las pruebas para la radio santiagueña LV11.

Antes actuábamos en el conjunto de Basualdo porque todos los que estábamos con Chazarreta seguimos con él.

Justamente, hablando de Basualdo, me acuerdo que en el casamiento suyo, donde don Andrés Chazarreta era el padrino. Se tocó La López Pereyra, zamba que se hubiese tal vez perdido si fuera porque don Andrés la recopiló y publicó en el año 20. Nadie puede adjudicar la paternidad de esa obra. Y es imperdonable la actitud de los amigos salteños que promovieron todo ese asunto. Esa es una zamba mostrenca, igual que la de Abril. Tengo mis razones para decirlo porque viví muchos años en Salta y Jujuy. El Payo Solá murió prácticamente en mis brazos, así que miren si tengo también mis raíces extendidas hasta allá.

No sólo hemos recorrido todos. Los escenarios del país con el conjunto, sino que todo el país viene a mi casa. Ahora por ejemplo, los que estamos, somos casi una convención de provincias. Los Manseros dicen que me van a dedicar una foto para ponerla en la puerta pa' que no entren los gatos. Aunque gatos les dicen a los tucumanos, ¿no?

-Bueno, gatos hay en todas partes...

Una guitarra interrumpe el relato de Miguel Simón. Y todas las voces se unen en la chacarera que tiene Miguel con el Cacho Lobo... Y el canto se llevó los cuentos y los chistes. Ya no pudimos sacarle nada más...

Publicada originalmente en Revista Folklore Nº 288 (diciembre 1978)



viernes, 18 de noviembre de 2022

Dicen Los Hermanos Simón: En la música criolla de ritmo bailable se objetiva el espíritu retozon y andariego del nativo.

 


ENTRE los valores del folklore argentino, particularmente del regional norteño, los hermanos Simón tienen ganado ya un lugar de alta consideración. Compositores y ejecutantes de nuestra música nativa, de ingenua expresión y típico colorido, se han incorporado a los creadores vernáculos con una dignidad propia y característica, dentro de las modalidades del género.

El Simón son santiagueños de nacimiento, descendientes de siriolibaneses, llevan en la sangre un signo racial definitivamente enraizado en la vida y costumbres del Noroeste. He aquí otro caso singular, como el del salteño Falú, de folkloristas que, sin ser producto genuino de generaciones identificadas en el medio geográfico e histórico, según las leyes biológicas, son auténticos intérpretes del ser natural que les rodea. El éxito de las composiciones de este conjunto, sin olvidar que los Simón son autores de méritos propios, lo revela bien a las claras el hecho de que ellas sean grabadas en la actualidad por las figuras más cotizadas de la canción popular como: Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Hugo Díaz, Los Cantores de Salavina, Martínez-Ledesma, etc.

DON JUAN, EL PADRE... FORMACIÓN ARTÍSTICA

Esto fue en los primeros años de la adolescencia, allá por 1920 y 1922.

Por entonces Don Juan, padre de los Simón, tenía un negocio de confitería en el mercado viejo de la ciudad, el cual conservaba, hasta su demolición en 1936, el característico aspecto de una aldea colonial, El negocio era muy frecuentado por improvisados guitarreros que no por tales dejaban de tener aprestos de payadores. Don Juan, no obstante su origen árabe, tenía predilección por la música criolla, alentaba y favorecía en su negocio las manifestaciones primerizas de recordados cultores santiagueños como Werfild Maldonado, Ramón Oviedo, "Pibipi" Arce, nombres que se recuerdan siempre frescos en el historial lugareño, otros, como Tapia y Orellana, aparecen borrosos en la reminiscencia, el payador de a caballo José Mariscal, que cantaba con sugestiva fluidez en las fiestas religiosas y populares de los aledaños, y también en los entreveros políticos y partidarios.

Naturalmente en aquella época atraían la atención del público concurrente al lugar, y en mayor grado de los chiquillos que olvidaban sus mandados, entre de los chiquillos, como es de presumir, los hijos del comerciante, es decir los hermanos Simón, que no tardaron en familiarizarse en la ejecución de la guitarra, destacándose bien pronto Juan, que se convirtió en el centro de interés de cuantos frecuentaban la confitería.

CINCO HERMANOS... UN GRUPO FAMILIAR..

JUANITA:

Vocalista, casada, tiene tres hijos, dos mujeres y "Cachito", de 8 años, entusiasta guitarrista y ya se perfila como un precoz artistas del bombo.

JOSE:

Es el mayor de los hermanos, guitarrista del conjunto, es padre de cuatro hijos, un varón bachiller, y las niñas estudian, en la Universidad, en el magisterio y en la escuela primaria; comenzaron, además, con el piano y la guitarra.

JUAN:

Primera guitarra, primero en proyectarse al público a través de sus ejecuciones, empleado en Salud Pública de la Nación, tiene cinco hijos, todos varones; uno de ellos maestro de obras de la Escuela Industrial; otro, oficial de Policía, y los demás estudian en el curso secundario.

MIGUEL:

Bandoneonista, instrumento básico del conjunto, pertenece al personal de Salud Pública de la Nación. Tiene cuatro hijos, dos varones y dos mujeres. El mayor se dedica al co- mercio, y el menor ingresó a la escuela primaria, las mujeres son maestras.

RICARDO:

Bombista, es el más joven de lo: hermanos Simón. Empleado preparador de farmacia. Tiene una hija de 11 años y otra de 3 años. Posee condiciones singulares para la ejecución del bombo.

Como se ve, los hermanos Simón no sólo forman un con- junto musical, sino un importante grupo familiar, digno de especial consideración en el coeficiente demográfico.

Publicada originalmente en Revista Folklore Nº 74 (2/6/1969)

 

Mario Arnedo Gallo evoca a Benicio “Soco” Díaz:

 


Admiradores de Salgán y de Villegas, los jóvenes de entonces gustaban del jazz. Y lo que Mario comenzó a practicar. Pero por allí estaba don Andrés Chazarreta con su pasión por el folklore y los hermanos Díaz con sus chacareras que, poco a poco, lo fueron influenciando para volverlo hacia el folklore.

Arnedo Gallo vuelve a su pasado para recordar a Julián y Benicio "Zoco" Díaz, empleados en Tribunales.

-Sencillo y talentoso, Benicio había hecho hasta el 4º año de medicina, pero la práctica de su trabajo en tribunales lo llevó a escribir un folleto sobre "Procedimiento Penal" que fue un poco la biblia de los noveles abogados santiagueños. Benicio era tan sensible comenta Mario que me agradecía por invitarlo a comer sin la guitarra. Es que la interesada costumbre de la gente, de invitar a los artistas con el único objeto de utilizarlo para animar sus reuniones, es lamentablemente muy divulga- da en nuestro medio, como si el arte no fuera un trabajo como cualquier otro y debiera regalarse como una muestra sin valor.


Santiago del Estero: Corazón folklórico nos da hombres como “Cachilo” Díaz

 


Visitando en Santiago del Estero, en una cálida tarde de invierno, a un amigo poetas, la conversación recayó, naturalmente, en lo folklórico. ¿Qué pasa en Santiago con el folklore? ¿Gustan los santiagueños del cancionero de Leo Dan más que el de Chazarreta? Nos propusimos averiguarlo y comenzamos a requerir datos y direcciones de los más renombrados músicos del lugar. Sólo disponíamos de unas horas en esa capital norteña y queríamos aprovecharlas bien.

 -Puede comenzar sus visitas por lo de Cachilo Diaz -nos dijeron. 

-¿Dónde vive? En Santiago, todo queda "ahicito nomás". También lo de Cachilo Díaz.

En efecto. Dimos vuelta a la esquina y ahí, a media cuadra, abría sus brazos acogedoramente la fachada de un viejo chalet provinciano pintado de blanco, con añosos árboles y plantas de jardín. Golpeamos las manos y salió a recibirnos una señora, que luego supimos era la esposa del músico. Sin saber quiénes éramos; sólo el expresado deseo de cambia: unas palabras con el dueño de casa, bastó para que nos hiciera pasar al vestíbulo. Allí, en un hall transformado en estudio, un pequeño de unos nueve años deletreaba las notas de una partitura y tocaba en la guitarra, demasiado grande para él. El maestro nos saludó sin demostrar extrañeza ante nuestros rostros forasteros, pero su rostro se mostró muy expresivo cuando le dijimos nuestros nombres y el de la revista. De repente se acortó la lección del pequeño y quedamos solos. Desde las paredes, nos contemplaban partituras, fotos, pergaminos y mil recuerdos más de la carrera de los Hermanos Díaz. Porque eran dos: Julián Antonio y Benicio.

Estamos ante Julián; 61 años cumplidos el 24 de marzo de este año. Enseguida quiere saber de Buenos Aires. Su único contacto con la capital es la radio. "En ella escucho a los solistas-dice-. Quisiera ir a las peñas de Buenos Aires y ver a toda la gente famosa y que ama el folklore".

Julián Diaz, natural del pueblo de Salavina, inmortalizado en varias composiciones musicales, se radicó en Santiago en 1916, para estudiar violín. Había nacido en un hogar de músicos; su abuela tocaba el arpa y la otra abuela la guitarra. Tuvo que abandonar el estudio de violín porque el profesor se mudó de provincia, pero no se resignó a dejar la música. Entonces se compró una armónica y comenzó a sacar en ella, de oído, aires tradicionales. No terminaron allí los inconvenientes musicales. A raíz de una operación de paperas, le prohibieron tocar la armónica, y lo enviaron al campo a recuperarse. Pero tampoco eso fue bastante para amilanarle y se las ingenió entonces para que un peón del campo donde pasaba esas forzosas vacaciones le enseñara tres tonos en la guitarra.

 Cuando regresó a la ciudad, ya la guitarra era su pasión. Algunos pensionistas en su casa tocaban ese instrumento y pudieron ayudarlo a buscar nuevos tonos. Después, se empleó en el Gabinete Dactiloscópico de la Policía y el destino quiso que su jefe, don Manuel Zamora, también tocara la guitarra. Ese fue el lazo más efectivo para iniciar una larga amistad. Y ambos comenzaron un estudio de guitarra por cifra, con gran dedicación y entusiasmo.

Por ese entonces, su hermano Benicio tocaba mandolín y bandoneón. ¿Qué mejor, entonces, que formar un dúo? De entonces, Julián Diaz recuerda con una sonrisa melancólica cómo cada vez que actuaba en público encontraba su guitarra totalmente desafinada, producto de una broma pesada de su hermano.

El dúo de los Hermanos Diaz se inició con un mes en "Achalay Huasi", la peña de moda de ese entonces. Allí se convirtieron en éxitos sus composiciones "La finadita", "La amorosa", bautizada así por Estela Peña, "El pintao", "La vieja", recogida al arpista Gervasio Contreras. "Andando" (vidala), "La olvidada" (Nunca te olvidaremos) y muchas más que casi se folklorizaron de tan populares.

No olvidaron nunca el éxito que tuvieron al lado de Adolfo Abalos en el Palacio Municipal de La Plata, antes de regresar a su provincia.

Julián creó así más de sesenta obras, que se las "pasaba" silbando a su hermano Benicio. Cada nueva obra era es- trenada en una "cacharpaya" por Benicio y allí se la bautizaba. Así pasó con "El pintao", que fue llamado así por Rodolfo Paz, inspirado en un gato manchado.

Una vez llegó a Santiago, en una de sus giras, Atahualpa Yupanqui, y Julián Diaz lo buscó y lo llevó a su casa. De esto hacen ya 35 años de profunda amistad.

La amistad es para Cachilo Díaz un valle donde se refugian todas las personas que lo reconocen. Y también los que no lo conocen pero lo presienten desde el umbral del canto. Hasta los jóvenes, los que quieren beber de la fuente, acuden a su lado desde todos los rincones de nuestra tierra cantora. Hace unos días, fueron Los Peregrinos que llevaron a su lecho de enfermo su acento sureño en canciones de amistad. y consuelo. Los jóvenes Peregrinos cantaron por y para Cachilo Diaz al pie del sol santiagueño, en un simbólico abrazo: de la tradición y su futuro.

La belleza de las melodías, el encanto del ritmo netamente tradicional conquistaron siempre a los oyentes, que aplaudieron fervorosamente sua obras, y también a otros compositores, que desearon hacer su aporte espiritual a ellas. De esta manera fue que Oscar Valles y Atahualpa Yupanqui le solicitaron autorización para poner palabras a su música, y actualmente han salido ya algunas de ellas.

Fallecido su hermano Benicio, se retrae en su refugio provinciano.

Hace pocos años, un espasmo cerebral le dejó como saldo una leve parálisis del brazo y le aconsejaron dedicarse a la enseñanza de la guitarra, como sistema práctico de reeducación del miembro afectado. Desde entonces, su casa está siempre frecuentada por sus alumnos de todas las edades.

Jubilado de su cargo como empleado de los Tribunales, sus alumnos le ayudan a vivir sus horas de música en alegre compañía. Puede dedicar sus horas de paz a la composición. y al estudio de un instrumento que es siempre un misterio.

Conversando con Julián Díaz, casi se nos pasó la hora del almuerzo. Sin embargo, no quisiáramos despedirnos, envueltos como estamos en su mundo de recuerdos, todos gratos. La tarde santiagueña cae a plomo sobre nuestras cabezas que repiten la melodía de "El pintao", mientras caminamos hasta el hotel, que "queda ahicito nomás..."

Alma Garela

Publicada originalmente en Revista Folklore Nº 74 (27/9/1966)

"Así cantaba un paisano, paisano salavinero"

 


¿QUIEN de nosotros no tarareó alguna vez "La olvidada”, “La alabanza” o “La blanca rosa”? Lo hicimos más de una vez por cierto, y por el milagro de la música nos sentimos transportados a la tierra del algarrobo y el chañar: una chacarera juguetona y las parejas que levantan polvareda mientras la bailan...

Ese es el gualicho que encierran todas las obras que nos han entregado a lo largo del tiempo los hermanos Díaz; su música pura, sacada de la tierra misma, nos conduce imaginariamente a sus fuentes naturales. Es mucho lo que les debe el folklore santiagueño a los hermanos Díaz; lamentablemente sólo podemos hablar con uno de ellos, dado que Benicio, a quien apodaban el Zoco, falleció hace varios años (1948).

Conversamos con Julián Antonio, más conocido como Cachilo Díaz; su casa son dos brazos abiertos siempre dispuestos a recibir a los amigos. Allí se realizan fiestas criollas y es dable escuchar a conjuntos o solistas de renombre, que llegan a visitarlo. Entre éstos merece una mención aparte Atahualpa Yupanqui; con don "Ata" no sólo ha firmado obras, sino que hay entre ambos una amistad que nace en viejas cacharpayas, donde juntos supieron pasar horas inolvidables.

UN POCO DE HISTORIA

Julián Antonio Díaz, éste es su nombre completo, nació en Salavina; fue el 23 de marzo de 1905 y eran sus padres Julián E. Díaz y Crescencia Torres.

Desde pequeño se sintió atraído por la música, llegando así a dominar varios instrumentos. Primero fue la armónica; más tarde creyó haber encontrado su verdadera vocación en el violín; tal es así que mientras cursaba sus estudios primarios en Buenos Aires, concurría al Conservatorio de Música que estaba bajo la dirección de los profesores Fracassi y D'Andrea. Al año siguiente (1917), retorna a Santiago, donde continúa rus estudios primarios y comienza con el aprendizaje de la guitarra, progresando rápidamente.

NACE UN DUO

Tiempo después formó un dúa con el Zoco y no había fiesta criolla donde no estuvieran presentes estos dos hermanos. Juntos recorrieron gran parte de Santiago y tuvieron así ocasión de escuchar a los más diversos músicos; pero quizá quienes más contribuyeron a inspirar sus creaciones, fueron esos paisanos lugareños, fieles intérpretes del sentir folklórico.

Los hermanos Díaz supieron escuchar, supieron compenetrarse, y no tardaron en ocupar un primer plano en el campo de la composición. Entre sus numerosas obras, todas ellas de un marcado sabor telúrico, se encuentran: "El pintao", "Achalay", "Don Benicio", "El pilón" (gatos), "La alabanza" (chacarera) y "La amorosa" (zamba); estos dos últimos títulos han cobrado circulación no hace mucho en el mundo del disco: la primera, en versión de Los Huanca Hua, y "La amorosa", con versos de Oscar Valles, ha sido grabada por Los Cantores de Quilla Huasi.

Los Hnos. Díaz también llevaron al disco sus propias canciones; en 1947 grabaron para la R.C.A. Víctor dos chacareras: "La olvidada" y "La finadita", y dos zambas: "La del 11" y 'La amorosa" (sin letra aún).

Al año siguiente fallece el Zoco Díaz, por lo que Cachilo decide hacer acallar su guitarra... Pero al cabo de dos años comprende que la mejor manera de recordar al hermano perdido, es templando dicho instrumento. Fue entonces cuando Cachilo Díaz sintió renacer su fibra de compositor, mereciendo destacarse entre sus últimas obras 'La humilde" (chacarera grabada por Atahualpa Yupanqui y Los Hermanos Simón entre otros) y la vidala "Sentido estoy", dedicada al querido Zoço con letra de Atahualpa Yupanquí.

PREFERIDOS

Cuenta Cachilo que en su infancia escuchó con frecuencia a un violinista no vidente, allá por Salavina; su nombre era Conrado Pérez, y actuaba acompañado por su tío Epifanio. Posteriormente recuerda haber escuchado a otros músicos, pero ningunos tan buenos como aquéllos (habría nacido aquí su presunta vocación por el violín). En cuanto a los artistas profesionales de hoy, admira a los Hermanos Simón por su fidelidad interpretativa.

HOGAR, DULCE HOGAR

Cachilo Díaz está casado con María Luisa Terribile, y precisamente el pasado 17 de junio cumplieron las bodas de plata. Tienen un hijo, Luis Mariano, a quien todos lo conocen como el Tushca; guitarrero y buen bombisto (como todo santiagueño), colabora con el padre en la enseñanza de música nativa...

Nosotros cerramos aquí nuestra nota con la esperanza de haber saldado, en parte, la deuda que teníamos con Cachilo Díaz.

Publicado en Revista Folklore Nº 74 (4/8/1964)