sábado, 10 de diciembre de 2022

La amanecida

 


MARIO Arnedo Gallo, cincuenta años que no parecen tales, y una bohemia que se exalta en cada recuerdo, en cada palabra, nos habla de "La Amanecida".

-"La Amanecida" es obra de la casualidad nos dice, y recuerda-: Hamlet celebraba un acontecimiento en su casa y yo, como de costumbre, no resistí la tentación de sentarme al piano. Sin saber cómo, divagaba con una melodía en la punta de los dedos, que al dueño de casa le atrajo en seguida.

Era el cumpleaños de Silvita, la segunda hija de Lima Quintana, y la alegría de la fiesta, los chistes, algún brindis de más, me hicieron olvidar totalmente aquella melodía nueva. Con más razón cuanto que yo no escribo música. Me inauguré como músico en el piano que mi hermana había abandonado, y nunca pude develar el misterio de esas figuritas de redondelas y palitos que son las teclas, por lo que jamás puedo tomar nota de mis improvisaciones. Un año después, Hamlet me decía: "Tengo la letra para la zamba tuya. Aquella que compusiste en mi casa...

Y me dio a leer aquellos versos que para esos años, y más aún para acompañar un tema folklórico, sonaban extraños, muy de vanguardia. -¿Pero a usted le gustaron?

-La letra es lo mejor que tiene la zamba. No creo que con otros versos hubiera tenido el mismo Éxito. Además no sólo se ha identificado con la música, sino que las palabras por sí solas tienen una extraña sugestión. -¿Y fue aceptada por los intérpretes y el público en seguida?

-De ningún modo. Un compositor debe saber esperar. Hay obras que nacen de acuerdo al sentir del momento, y otras que deben aguardar su hora. Así fue que "La Amanecida" debió esperar casi diez años para entrar en el público. Pero la espera fue compensada por las satisfacciones posteriores. -¿Alguna anécdota?

-Precisamente. Una mañana, casi al amanecer, salía de mi casa en Hurlingham, y al cruzar la barrera, detuve mis pasos al escuchar unos compases conocidos... El guardabarreras tarareaba con buena voz: "Ya no puedo decir que el viento es pan de horizontes, / ni acercar la mañana a mi boca, / labios carne de cobre...".

-Me acerqué y le dije: ¿Qué está usted cantando? -Y, no sé... -me contestó. Es una ilnda zamba. Me gusta y la he aprendido de tanto oírla.

No le dije nada, pero me fui pensando, con un estremecimiento, en la tremenda responsabilidad de ser autor. De poner en boca del pueblo música y palabras, que aunque a veces no entienden del todo, las repiten hombres y niños.

Es como ser un poco dios. Dar lo bueno o lo malo. Educar o envilecer. Es un poco también la responsabilidad de Disc Jockeys e intérpretes: Ser o no ser luz...

En ese momento, Mario Arnedo me hablaba como padre. Como el padre de cinco niños, que tiene experiencia formativa. Mario es, hoy día, un guitarrista y pianista autodidacta. De ahí que la música de "La Amanecida" le fuera devuelta a su memoria por el silbido de Hamlet Lima Quintana, y la notación musical de Néstor Ziccardi, para quien Mario tiene afectuosas y agradecidas palabras. do su hora.

Seguimos hacia atrás en el recuerdo y que la mejor interpretación de "La Amanecida" es la realizada por Los Huanca Huá, aunque los primeros en cantarla y difundirla fueron Gasparrino y Valdez, integrantes del extinguido conjunto Los Nocheros. De aquella época también era una agrupación que hacía esta música, y que estaba constituida por Polo Giménez, Atuto Mercau Soria, el "Negro" Alvarez Vega y Guillermo Gándara Casares.

El éxito de "La Amanecida" es reciente. Después de los Huanca Huá la sacan Los Quilla Huasi, pasa desapercibida para Los Fronterizos y Los Chalchaleros, pero el número de grabaciones es muy extenso, y se la sigue y seguirá haciendo, porque sigue viviendo en nuestro público y en el extranjero. Mario Arnedo Gallo nunca previó el éxito de esta obra, pero sí, desde el comienzo, le pareció que era una canción fina y dulce. También por eso la tapa de su edición musical, fue ilustrada por una artista femenina y gran amiga suya: Araceli Vázques Málaga.

-El día que no hago música, me muero -dice fervorosamente el artista. Nosotros no lo dudamos. Sabemos de la silenciosa dedicación del autor de "Salavina", "La flor azul" y tantas otras con gusto a Santiago, que no nos extrañaría saber que entre sus últimas composiciones hay otro éxito aguardando su hora.  

Nos despedimos de Adalberto Mario Raúl Arnedo, como es su verdadero nombre, viéndolo partir hacia sus "Montes de soledad...

ALMA GARCIA / Publicada originalmente en Revista Folklore 


La amanecida (zamba) - Los Huanca Hua


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