MARIO Arnedo Gallo,
cincuenta años que no parecen tales, y una bohemia que se exalta en cada
recuerdo, en cada palabra, nos habla de "La Amanecida".
-"La Amanecida" es
obra de la casualidad nos dice, y recuerda-: Hamlet celebraba un acontecimiento
en su casa y yo, como de costumbre, no resistí la tentación de sentarme al
piano. Sin saber cómo, divagaba con una melodía en la punta de los dedos, que
al dueño de casa le atrajo en seguida.
Era el cumpleaños de
Silvita, la segunda hija de Lima Quintana, y la alegría de la fiesta, los
chistes, algún brindis de más, me hicieron olvidar totalmente aquella melodía
nueva. Con más razón cuanto que yo no escribo música. Me inauguré como músico
en el piano que mi hermana había abandonado, y nunca pude develar el misterio
de esas figuritas de redondelas y palitos que son las teclas, por lo que jamás
puedo tomar nota de mis improvisaciones. Un año después, Hamlet me decía:
"Tengo la letra para la zamba tuya. Aquella que compusiste en mi casa...
Y me dio a leer aquellos
versos que para esos años, y más aún para acompañar un tema folklórico, sonaban
extraños, muy de vanguardia. -¿Pero a usted le gustaron?
-La letra es lo mejor que
tiene la zamba. No creo que con otros versos hubiera tenido el mismo Éxito.
Además no sólo se ha identificado con la música, sino que las palabras por sí
solas tienen una extraña sugestión. -¿Y fue aceptada por los intérpretes y el
público en seguida?
-De ningún modo. Un
compositor debe saber esperar. Hay obras que nacen de acuerdo al sentir del
momento, y otras que deben aguardar su hora. Así fue que "La
Amanecida" debió esperar casi diez años para entrar en el público. Pero la
espera fue compensada por las satisfacciones posteriores. -¿Alguna anécdota?
-Precisamente. Una mañana,
casi al amanecer, salía de mi casa en Hurlingham, y al cruzar la barrera,
detuve mis pasos al escuchar unos compases conocidos... El guardabarreras
tarareaba con buena voz: "Ya no puedo decir que el viento es pan de
horizontes, / ni acercar la mañana a mi boca, / labios carne de cobre...".
-Me acerqué y le dije: ¿Qué
está usted cantando? -Y, no sé... -me contestó. Es una ilnda zamba. Me gusta y
la he aprendido de tanto oírla.
No le dije nada, pero me fui
pensando, con un estremecimiento, en la tremenda responsabilidad de ser autor.
De poner en boca del pueblo música y palabras, que aunque a veces no entienden
del todo, las repiten hombres y niños.
Es como ser un poco dios.
Dar lo bueno o lo malo. Educar o envilecer. Es un poco también la
responsabilidad de Disc Jockeys e intérpretes: Ser o no ser luz...
En ese momento, Mario Arnedo
me hablaba como padre. Como el padre de cinco niños, que tiene experiencia
formativa. Mario es, hoy día, un guitarrista y pianista autodidacta. De ahí que
la música de "La Amanecida" le fuera devuelta a su memoria por el
silbido de Hamlet Lima Quintana, y la notación musical de Néstor Ziccardi, para
quien Mario tiene afectuosas y agradecidas palabras. do su hora.
Seguimos hacia atrás en el
recuerdo y que la mejor interpretación de "La Amanecida" es la
realizada por Los Huanca Huá, aunque los primeros en cantarla y difundirla
fueron Gasparrino y Valdez, integrantes del extinguido conjunto Los Nocheros.
De aquella época también era una agrupación que hacía esta música, y que
estaba constituida por Polo Giménez, Atuto Mercau Soria, el "Negro"
Alvarez Vega y Guillermo Gándara Casares.
El éxito de "La
Amanecida" es reciente. Después de los Huanca Huá la sacan Los Quilla
Huasi, pasa desapercibida para Los Fronterizos y Los Chalchaleros, pero el
número de grabaciones es muy extenso, y se la sigue y seguirá haciendo, porque
sigue viviendo en nuestro público y en el extranjero. Mario Arnedo Gallo nunca
previó el éxito de esta obra, pero sí, desde el comienzo, le pareció que era
una canción fina y dulce. También por eso la tapa de su edición musical, fue
ilustrada por una artista femenina y gran amiga suya: Araceli Vázques Málaga.
-El día que no hago música,
me muero -dice fervorosamente el artista. Nosotros no lo dudamos. Sabemos de la
silenciosa dedicación del autor de "Salavina", "La flor
azul" y tantas otras con gusto a Santiago, que no nos extrañaría saber que
entre sus últimas composiciones hay otro éxito aguardando su hora.
Nos despedimos de Adalberto
Mario Raúl Arnedo, como es su verdadero nombre, viéndolo partir hacia sus
"Montes de soledad...
ALMA GARCIA /
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