viernes, 16 de diciembre de 2022

El derecho a la guitarreada

Se sugiere acompañar la lectura del texto con la Zamba para un bohemio guitarrero, de Marcelo Ferreyra y Carlos Carabajal.

Fotografía coloreada x Leyendas del Folclore Santiagueño


En Santiago del Estero guitarrear es un derecho desde hace muchísimos años. Por ende, para los abogados que tienen el oficio de trabajar con las leyes, guitarrear no solo es un derecho sino también una obligación que deben reivindicar. Hace unos días se reunieron en un bar de la ciudad abogadas y abogados para cumplir con este ritual que ya tiene, indudablemente, fuerza de ley en esta comarca. El nombre de la autoconvocatoria fue El derecho a la guitarreada.

Es que es realmente así. El guitarrero santiagueño está en todas partes y a toda hora. Con dos o tres acordes puede hacer una sinfonía que inunde la casa o el patio. Al ritmo lo lleva como quien camina: un puñado de coplas para asombrar a los oyentes. Para el guitarrero el escenario es una cuestión menor, prefiere la ronda, esa comunión de voces circulares donde cada uno ha de esperar su turno para disfrutar la música entre charla, cuento o anécdota.

En la guitarreada no hay ensayo previo, todo transcurre sin premeditación, en el disfrute de la palabra cantada. El repertorio es un rumbo que ha de ir elaborándose con el fluir de la siesta, el crepúsculo o la noche. Cada momento sugiere, armoniza y propone. El vino puede ser la vertiente, un matecito cebado en silencio, quizás apenas el aire murmurando en las ventanas de los árboles.

La guitarreada puede ser una chacarera sin final o un momento de profunda intensidad que se desangra en un acorde, en una canción pulsada con sentimiento. El guitarrero por excelencia no se hace rogar: si le piden que cante, arremete. Hay guitarreros con sus apuntes, esos cancioneros anillados de antaño, manchados y ajados por algún fuego sorpresivo; y también los hay memoriosos que cantan hasta el amanecer sin ningún “machete”.

El guitarrero es un ser sin nombre, una entidad santiagueña que recibe la categoría de guitarrero, desde el día que así lo presentaron y quedó bautizado para siempre:

Che, va venir este chango que es un gran guitarrero ¿Y vos? ¿Qué sabes hacer?

El guitarrero aglutina, convoca, genera una dinámica distinta. Por momentos protagoniza y por momentos sabe desmarcarse en un silencio respetuoso.

Cantate una que sepamos todos, así murmuramos todo un sentir melodioso.

Algunos profesores suelen decir en la facultad o la escuela “no me guitarrees”, como si el vuelo imaginativo del estudiante con poco estudio no tuviera ningún valor.

La guitarreada es el instante mágico del encuentro. Todos son imprescindibles en esos momentos en los que sobreviene el silencio que lo llama. El guitarrero puede esperar algún pedido para agarrar el envión, pero nada más. No especula.

En la guitarreada tararean todos. Algunos hacen sus pedidos y allí está la singular ceremonia impostergable y sorpresiva en su devenir. La guitarreada fluye y se va encaminando: el placer se desgrana en cada copla, en la prestancia de todos para escuchar y para cantar.

Coquito Cáceres fue uno de esos guitarreros notables de Santiago. Su picardía cuando entraba al desaparecido Rincón de los artistas es aún recordada. Antes de interpretar un clásico tango rememoraba la visita de Gardel por Santiago, haciendo constar que fruto de una relación que “El Zorzal” tuvo con una santiagueña había nacido él, dicho lo cual vociferaba: “de Lepera y mi papa interpretaré el tango Volver”.

El acto creativo de la norma reside, la mayoría de las veces, en la sociedad, en aquello que se llama costumbre. Un teórico del tema diría “el centro de gravedad de la norma está en lo social.” Luego vienen los legisladores rezagados que elucubran discusiones que muchas veces la sociedad ya superó.

El guitarrero, aquí, en Santiago, es una especie que abunda, por lo tanto, necesita una regulación urgente como distinguido sujeto de derecho. os legisladores santiagueños deberían trabajar en el proyecto de ley “Coquito Cáceres” para institucionalizar el derecho y la obligación de guitarrear. También se podría establecer el “Día del nacimiento del bohemio guitarrero”, para convertir la provincia en una guitarreada masiva y horizontal por plazas, veredas, parques y patios. Grandes rondas musicales sin escenarios y sin tiempo, para que vuelvan guitarreros inmortales a reverdecer con la siembra de nuevas rondas.

Fuente: Pagina12

sábado, 10 de diciembre de 2022

La amanecida

 


MARIO Arnedo Gallo, cincuenta años que no parecen tales, y una bohemia que se exalta en cada recuerdo, en cada palabra, nos habla de "La Amanecida".

-"La Amanecida" es obra de la casualidad nos dice, y recuerda-: Hamlet celebraba un acontecimiento en su casa y yo, como de costumbre, no resistí la tentación de sentarme al piano. Sin saber cómo, divagaba con una melodía en la punta de los dedos, que al dueño de casa le atrajo en seguida.

Era el cumpleaños de Silvita, la segunda hija de Lima Quintana, y la alegría de la fiesta, los chistes, algún brindis de más, me hicieron olvidar totalmente aquella melodía nueva. Con más razón cuanto que yo no escribo música. Me inauguré como músico en el piano que mi hermana había abandonado, y nunca pude develar el misterio de esas figuritas de redondelas y palitos que son las teclas, por lo que jamás puedo tomar nota de mis improvisaciones. Un año después, Hamlet me decía: "Tengo la letra para la zamba tuya. Aquella que compusiste en mi casa...

Y me dio a leer aquellos versos que para esos años, y más aún para acompañar un tema folklórico, sonaban extraños, muy de vanguardia. -¿Pero a usted le gustaron?

-La letra es lo mejor que tiene la zamba. No creo que con otros versos hubiera tenido el mismo Éxito. Además no sólo se ha identificado con la música, sino que las palabras por sí solas tienen una extraña sugestión. -¿Y fue aceptada por los intérpretes y el público en seguida?

-De ningún modo. Un compositor debe saber esperar. Hay obras que nacen de acuerdo al sentir del momento, y otras que deben aguardar su hora. Así fue que "La Amanecida" debió esperar casi diez años para entrar en el público. Pero la espera fue compensada por las satisfacciones posteriores. -¿Alguna anécdota?

-Precisamente. Una mañana, casi al amanecer, salía de mi casa en Hurlingham, y al cruzar la barrera, detuve mis pasos al escuchar unos compases conocidos... El guardabarreras tarareaba con buena voz: "Ya no puedo decir que el viento es pan de horizontes, / ni acercar la mañana a mi boca, / labios carne de cobre...".

-Me acerqué y le dije: ¿Qué está usted cantando? -Y, no sé... -me contestó. Es una ilnda zamba. Me gusta y la he aprendido de tanto oírla.

No le dije nada, pero me fui pensando, con un estremecimiento, en la tremenda responsabilidad de ser autor. De poner en boca del pueblo música y palabras, que aunque a veces no entienden del todo, las repiten hombres y niños.

Es como ser un poco dios. Dar lo bueno o lo malo. Educar o envilecer. Es un poco también la responsabilidad de Disc Jockeys e intérpretes: Ser o no ser luz...

En ese momento, Mario Arnedo me hablaba como padre. Como el padre de cinco niños, que tiene experiencia formativa. Mario es, hoy día, un guitarrista y pianista autodidacta. De ahí que la música de "La Amanecida" le fuera devuelta a su memoria por el silbido de Hamlet Lima Quintana, y la notación musical de Néstor Ziccardi, para quien Mario tiene afectuosas y agradecidas palabras. do su hora.

Seguimos hacia atrás en el recuerdo y que la mejor interpretación de "La Amanecida" es la realizada por Los Huanca Huá, aunque los primeros en cantarla y difundirla fueron Gasparrino y Valdez, integrantes del extinguido conjunto Los Nocheros. De aquella época también era una agrupación que hacía esta música, y que estaba constituida por Polo Giménez, Atuto Mercau Soria, el "Negro" Alvarez Vega y Guillermo Gándara Casares.

El éxito de "La Amanecida" es reciente. Después de los Huanca Huá la sacan Los Quilla Huasi, pasa desapercibida para Los Fronterizos y Los Chalchaleros, pero el número de grabaciones es muy extenso, y se la sigue y seguirá haciendo, porque sigue viviendo en nuestro público y en el extranjero. Mario Arnedo Gallo nunca previó el éxito de esta obra, pero sí, desde el comienzo, le pareció que era una canción fina y dulce. También por eso la tapa de su edición musical, fue ilustrada por una artista femenina y gran amiga suya: Araceli Vázques Málaga.

-El día que no hago música, me muero -dice fervorosamente el artista. Nosotros no lo dudamos. Sabemos de la silenciosa dedicación del autor de "Salavina", "La flor azul" y tantas otras con gusto a Santiago, que no nos extrañaría saber que entre sus últimas composiciones hay otro éxito aguardando su hora.  

Nos despedimos de Adalberto Mario Raúl Arnedo, como es su verdadero nombre, viéndolo partir hacia sus "Montes de soledad...

ALMA GARCIA / Publicada originalmente en Revista Folklore 


La amanecida (zamba) - Los Huanca Hua


miércoles, 7 de diciembre de 2022

Me basta con eso (chac) - Alfredo Abalos

 



Me basta con eso

(chacarera)

1 -

Con mi llanto derramado

se puede formar un río

quién sabe a qué mares

se va el llanto mío.

 

El vino me lleva lejos

adonde nadie me alcanza

regiones que sólo

conoce mi alma.

 

Los hombres son dioses ciegos

que andando a tientas avanzan

lo que andan buscando

no sirve de nada.

Estribillo

Como el kakuy en la rama

espero por tu regreso

por «áhi» acordate,

me basta con eso.

2 -

Si no te sirve mi copla

mejor echala al olvido

si nadie la escucha

lo mismo que al grillo.

 

Qué es la vida sino un soplo

tan sólo Dios es eterno

y el hombre una brizna

que se lleva el viento.

=

No me asusta que en la sombra

la muerte afile el cuchillo

no puede quitarme

lo que ya he vivido.

 

Letra: Juan Carlos Carabajal

Música: Kali Carabajal