sábado, 26 de noviembre de 2022

Cuarteto de cámara

El cuarteto vocal, de Cámara, "Gómez Carrillo

El cuarteto vocal, de Cámara, "Gómez Carrillo' cuya actuación artística le ha valido el caluroso aplauso del público y la crítica de todo el país. Gastón 0. Talamón, crítico musical de "La Prensa" de Buenos Aires, ha señalado que este conjunto, integrado por cuatro jóvenes universitarios santiagueños, hijos de don Manuel Gómez Carrillo, rayan a la altura de los más célebres conjuntos similares de Europa y Estados Unidos.

Su repertorio, de notable variedad, abarca cuatro siglos de música desde Palestrina y Victoria, pasando por Bach y recorriendo los modernos, Debussy y Ravel, hasta culminar con las canciones y danzas de América  particularmente nuestro folklore Argentino.

El Cuarteto Vocal Gómez Carrillo en breve y brillante trayectoria se ha impuesto en el mundo musical como una de las más extraordinarias manifestaciones del arte contemporáneo, honrando a Santiago del Estero  como una de las más extraordinarias manifestaciones del arte contemporáneo. 

Nota publicada en El Liberal. Numero Del Cincuentenario 1898




 

viernes, 25 de noviembre de 2022

Palabras del Presidente de la Academia de Folklore de La República Argentina sobre el extraordinario “Cuarteto Gómez Carrillo”.

 


"La perfección y los arreglos de sus interpretaciones no sólo de música criolla argentina (las chacareras “La bilingüe” y “La quichuista” y la zamba “La yerba buena” son maravillas por su pureza y rigurosidad folklórica) sino de obras de Héctor Villalobos, Negro Spirituals, Bach y Jazz fueron antológicas.

Carmen (la “Chocha” que acaba de fallecer), Manuel (¨Manolo”), Julio (“Chololo”) y Jorge Rubén (“Gogui”) fueron los cuatro hermanos Gómez Carrillo que integraron este famoso Cuarteto Vocal de Cámara argentino, el primero en su género en nuestro país, donde impusieron el canto polifónico “a capella” e incursionaron en los más variados géneros musicales, tanto clásicos como contemporáneos, y en la música popular de inspiración folklórica de nuestro país y de otros países europeos y americanos.

Pertenecientes a una antigua familia de Santiago del Estero, eran hijos del maestro Manuel Gómez Carrillo - compositor, investigador de nuestro folklore y educador - y de la pianista doña Inés Landeta César.

Al mismo tiempo que realizaban sus estudios universitarios, que culminaron exitosamente en filosofía, derecho, medicina y ciencias económicas, ellos mismos fundaron y organizaron este cuarteto vocal de cámara que cultivó una tradición musical que se remonta al Renacimiento: la polifonía vocal sin acompañamiento instrumental.

La agrupación nació al calor del hogar, fruto espontáneo de vida espiritual y reconcentrada. Para llenar los momentos de descanso tras la jornada estudiantil, los jóvenes Gómez Carrillo cantaban y estudiaban música con sus padres, educando insensiblemente sus naturales cualidades vocales y su vigorosa inclinación por el canto a varias voces. Don Manuel, su padre, con humor llamaba “cuarteto de sobremesa” a esta incipiente institución que pronto sería el famoso Cuarteto Gómez Carrillo.

Investigadores pacientes de las posibilidades sonoras de sus voces ensayaron múltiples formas de expresión. Comenzaron por ponerse en contacto con los más famosos polifonistas de los siglos XV y XVI, de distintas escuelas y estilos. Adaptaron a manera de ejercicio técnico, fugas de Juan Sebastián Bach originales para clave; “leyeron” fragmentos de cuartetos instrumentales de Schubert y Debussy; abordaron las principales páginas corales de Hindemith, Milhaud y Honegger; inclusive, en continuada búsqueda, transformaron sus voces en instrumentos para traducir el “clima sonoro” de la música de Strawinsky, en el Gran Coral de la “Historia del soldado”. Sin detenerse en los escollos de estas difíciles experiencias, cultivaron también la música tradicional de casi todos los países del mundo en originalísimas formas; canciones y danzas europeas, latinoamericanas, cantos de macumba afrobrasileños, “negro spirituals” o sincopadas formas del “jazz”.

De esta manera el Cuarteto logró formar un repertorio en el que se hallan representados más de cuatro siglos de música vocal “a capella”.

Un día, Gastón O. Talamón, autorizado crítico musical, escuchó al Cuarteto Gómez Carrillo en privado, y entusiasmado, tuvo la feliz iniciativa de promover su primera presentación pública. Así actuó en la asociación de artistas “La Peña” de Buenos Aires, que se reunía en el famoso Café Tortoni, en septiembre de 1942, con notable éxito, el que se renovó sucesivamente en cada una de sus presentaciones en los centros musicales de mayor jerarquía.

Bernardo Iriberri, empresario promotor de tantas e inolvidables jornadas artísticas en nuestro país, incluyó al Cuarteto Gómez Carrillo en su elenco de celebridades mundiales presentándolo en la sala del Teatro Odeón de Buenos Aires, en agosto de 1944, con la más cálida acogida del público y el definitivo dictamen de la crítica.

El Cuarteto Vocal Gómez Carrillo fue en su momento un conjunto único en su género dentro del medio artístico argentino, recibió excelentes críticas a lo largo de su trayectoria. Sus conciertos en la Asociación Wagneriana, en el Teatro Odeón y en el Teatro Colón de Buenos Aires, en “El Círculo” de Rosario, en el S.O.D.R.E. y el Teatro Solís de Montevideo, en el Teatro Municipal de Río de Janeiro y en la “Sociedade de Cultura Artística” de San Pablo, así como su actuación radiofónica principalmente en las Radios Belgrano, Splendid y El Mundo de Buenos Aires, y en la televisión de Argentina, Brasil y Uruguay.

Fue muy destacado, por su alto nivel cultural y por las personalidades que participaron en el mismo, su programa “En casa de los Gómez Carrillo” junto con Augusto Bonardo, en el entonces único Canal 7.

A través de éstas y muchas más actuaciones en el interior del país y en el extranjero, el Cuarteto fue considerado por la crítica internacional como uno de los más completos conjuntos vocales y único en el canto “a capella”, cuyas posibilidades según el crítico musical austríaco Arpad Kövy, “llegó a desenvolver hasta una perfección asombrosa”.

Enrique Villegas, con motivo de reeditarse un LP del Cuarteto, dijo en 1977: “Luego de la visita de los Swingle Singers a Buenos Aires, la gente se quedo asombrada; pero se olvidó de que el primer “Swingle” argentino fue el Cuarteto de los hermanos Gómez Carrillo, que veinticinco años antes ya hacia lo mismo; cantaba motetes, cosas a cuatro voces y aquí nadie les había llevado el apunte”.

Y Eduardo Falú opinó: “Cuando aún no se conocían antecedentes sobre el original tratamiento que este conjunto imprimía a las voces con la incorporación de sensaciones y colores raros (imitación de instrumentos de viento, cuerdas y percusión) unida a un ajustado estilo polifónico a capella, el Cuarteto Gómez Carrillo inauguró una nueva forma de expresión musical con todos esos singulares elementos y recursos que luego serían adoptados por otros conjuntos similares que hoy están en boga en la Argentina y en el exterior. Es decir, los Gómez Carrillo son los precursores de un nuevo estilo en el que las voces se convierten en instrumentos merced a una paciente labor para lograr esos efectos que hoy tienen vigencia en todo el mundo”.

Si bien el Cuarteto realizó también diversos registros fono eléctricos en Buenos Aires y Río de Janeiro, lamentablemente muy pocos de ellos se han conservado y recuperado.

Los compromisos profesionales que atendían activamente a la par de sus presentaciones artísticas, y otras obligaciones familiares, hicieron que este singular cuarteto vocal argentino fuera restringiendo sus actuaciones paulatinamente a partir de 1960. Manolo falleció en 1992, Julio en 1999 y la Chocha en 2009.

Cuando nos casamos con Marinieves en Washinton en 1965, Manolo Gómez Carrillo era Ministro de la Delegación Argentina ante la OEA. Si bien nos conocíamos de antes, allí pudimos intimar y forjar una muy honda amistad que vivimos hasta su fallecimiento en 1992.

Es una profunda pena que se desconozca hoy la obra realizada por este excepcional Cuarteto Vocal de Cámara. Quizá sea uno de los proyectos que debemos imponernos en la Academia del Folklore de la República Argentina.

Lo mismo desgraciadamente- ocurre con otros grupos como el “Cuarteto Contemporáneo” que formaran allá por fines de los 50 y principios de los 60 en Mendoza Tito Francia, Jorge Montana, Mario Bravo (autor de esa bellísima tonada “Tal vez un día”) y Oscar Cánova. NO sé si hay grabaciones de este cuarteto.

Otros grupos vocales fundamentales sin duda fueron el “Coro Universitario Aclalay de La Plata” que dirigía Rubén Urbiztondo y “Llajta Sumac” que dirigía Esteban Velardez y en el que estaban Remberto Narváez, Guillermo Arbos, Lorenzo Vergara y Miguel Angel Trejo en el piano. Y otros precursores de arreglos vocales como el Pato Gentilini en Tucumán.

Y sería una perogrullada mencionar a ese extraordinario creador que es mi fraterno Chango Farías Gómez con sus “Huanca Hua”, el “Grupo Vocal Argentino” y “MPA”. El Chango nos sigue asombrando con sus arreglos".

Antonio “Tonito” Rodríguez Villar

 

jueves, 24 de noviembre de 2022

ORLANDO GEREZ, alma y sentir del bandoneón



Felipe Carpos primero

y luego Orlando Gerez.

vivimos en este rancho

de copla, música y miel.

 

En este rancho, señores.

hemos vivido los tres,

changuitos de un dulce tiempo tiempo

que no ha de volver.

 

Dicen las inspiradas coplas del poeta Alfonso "Pocho" Nassif y el lugar es Pampa Muyoj (Depto. Figueroa). En ese pago vio la luz este músico que está ahora frente nuestro acurrucando en sus rodillas a su compañero inseparable, el que le dio la oportunidad a sus ansias de aprender música, de componer canciones y de trascender.

Territorio quichuista, ("no hablo quichua pero si dos personas dialogan, entiendo perfectamente", admite), allí su padre que era obrajero le compró el primer instrumento. Cuando el hombre falleció, la familia se trasladó a esta capital. Orlando tenía 15 años y muchos deseos de aprender música.

Tocaba de oído algunas chacareras que tuvo que dejar de lado cuando entró a la academia del profesor Gabriel Esper. Estudió con pasión el difícil instrumento que haría desertar a muchos alumnos ante la ansiedad de los padres que querían que los chicos aprendieran cuanto antes para exhibirlos en las fiestas familiares.

-"Entonces era distinto. Estudié con muchas ganas y no quería desaprovechar el tiempo. No duró mucho porque había que trabajar", evoca Orlando que recupera de su memoria la figura de los músicos de aquella época: Lulo Gorostiza, Fidel Lucero, Alberto Pérez. Lazaro Loto, el "Paton" Rios, por ejemplo".

Las dificultades para el aprendizaje se explican porque el bandoneón suena distinto al abrir y al cerrar. "Incluso de la izquierda tiene una octava menos", aclara el músico que observa la escasez de concertistas de bandoneón aunque si apunta una nomina de grandes ejecutantes, sobre todo en el tango. Admira a Astor Piazzola a quien vio tocar hace muchos años en Santiago, en el famoso Rincón de los Artistas.. "Andaba sin su bandoneón por que lo que tuvo que tocar en el que había en el bar al que le faltaban algunos botones".

Su carrera como compositor e intérprete

El joven Orlando Gerez armó su primer grupo en el 57 iniciando una vertiginosa trayectoria que lo proyecta a nuestros días con 16 trabajos grabados. El más reciente, acaba de aparecer y se titula: "A mi pago Coro Pampa".

En el ínterin hay que anotar su aprendizaje revistando en las filas de los grupos de don Sixto Palavecino, los Hnos. Simón, Típica Tradición, "El Barrialito", "Los Ases del Tango" y sobre todo con Domingo Rodriguez, "El Caballe ro del Chamamé", con el que recorrió toda la provincia.

-"Con mi primer conjunta que integraban Bulacio, Paz y Gómez  tocábamos en los bailes populares: "Tinguilo" y el club Villa Nueva, por ejemplo. En el baile de Lucha tocaba con el Ruso Ledesma y su hermano et Tuno, de día en Lucha y de noche en Graciani. Eran los tiempos en que los carnavales duraban seis dios y había que tener mucho repertorio, con entradas que duraban una hora", rememora Gerez que por aquellos tiempos también actuaba en la vieja radio LV11 en ciclos mensuales pagados. En el salón auditorio de la emisora vio por primera vez a Fidel Lucero, músico notable que fue su amigo hasta el final de sus días. También vio allí a los Hermanos Simón, a Los Tobas y a Los Luceros. Época también de buenos cantores de tango como el Pibe Miranda, Jorge Cristal, Américo Navarro, en el apogeo del Rincón de los Artistas con el Mandinga del Bandoneón, Sixto Díaz y el Chango Ledesma.

Tiempos heroicos donde los músicos debían cumplir verdaderas maratones porque no existían equipos de sonido ni escenarios.

-"En el campo no querían bailar con grabaciones. Una vez en Garza con el Ruso tocamos desde las 13 hasta las 20, sin descansar. Ahora tocan 15 minutos y ya se quieren bajar".

Los tiempos modernos encuentran al músico con un largo camino recorrido y una madurez como compositor e instrumentista que le han ganado el respeto y la admiración del público y de sus colegas. Valora todo lo vivido hasta ahora y pone el acento en sus maestros. Recuerda a Damasio Esquivel que lo introdujo sabiamente en el universo de la música del litoral que ejecuta con tanta destreza como el folklore.

-Orlando, si tuvieras que aconsejar a los chicos que recién se inician, ¿qué les dirías?

-"Primero que aprendan música, la teoría, el solfeo, la armonía para poder arreglar un tema. Que conozcan con profundidad la música tradicional. Después que hagan lo que quieran, sin desvirtuar la esencia, sin perder la raíz. Que escuchen a los grandes: Chazarreta, Julio Jerez, Hugo Díaz, Hermanos Simón, Hermanos Ríos, los Hermanos  Díaz, porque todo nace de ahí".

Orlando Gerez admite que tiene ganas de volver a Pampa Muyoj.

-"A veces cuando voy a Buenos Aires me encuentro con mi coterráneo Segundo Cortés que tiene un programa de radio. Con él hablamos del pago y recordamos cosas de nuestra infancia", Como para no perder contacto con las raíces.

Fuente: Nota extraída de la revista Santiago Guitarra y Copla, creación del Maestro Juan Carlos Carabajal.



Marcelo "Cola" Ferreyra, en el recuerdo

Nota extraída de la revista Santiago Guitarra y Copla, creación del Maestro Juan Carlos Carabajal.



Hablar con Elva Jugo significa ingresar a una marca de recuerdos que tiene que ver con un personaje apasionante: su esposo Marcelo Ferreyra, letrista de folkore santiagueño, hombre de la vieja guardia de músicos y artistas, fallecido en julio de 1992.

La notable capacidad de Marcelo como poeta, su gran visión de folklorista y la cantidad enorme de temas que dejó, son, de alguna manera, indicadores de un camino que debieran seguir, en algún momento, los que se dedican a la tarea de la canción.

Elva Jugo fue durante muchos años su compañera, en la vida y en las letras, y tiene la palabra encendida y clara a la hora de evocar al "Cola i'gallo", como se lo conocía a Ferreyra en el ambiente de los músicos. Esta mujer sencilla que es Elva, que habla con voz medida y sin altisonancias, publicó en 1995 a través del sello Phonodisc una grabación homenaje a su esposo. Son 10 canciones (cuyas músicas pertenecen en su mayoría a Elva) que evocan parte de la muy frondosa producción del escritor santiagueño.

Del lúcido recuerdo de Elva sale un concepto como éste: "Marcelo era extraordinario produciendo temas. Veía algo por la calle que le interesaba, un pájaro, una flor... y era como si entrara en otra dimensión. Cuando volvía, ya tenía completo el tema y me lo recitaba. Tenía una memoria y una facilidad increíble para eso"..

El "Cola" era, según evoca Elva, un hombre muy casero que casi no iba a las reuniones. Eran casi siempre infructuosos los pedidos para una fotografía o un reportaje que documentaran su memoria y su obra. No que ría hacerlo. Ella le preguntaba el por qué; él respondía: "no tiene importancia lo mio, no tiene valor".

Pero la obra del "Cola" sí que tenía importancia. Sus temas fueron grabados por primerísimas figuras del canto argentino (Chalchaleros, Manseros Santiagueños, Zamba Quipildor, Cantores del Alba, Los Santiagueños, entre muchos otros), Lo cual confirma la trascendencia que su mismo autor, un hombre solitario y triste, les negaba.

HISTORIA DE AMOR Y DE VIDA

“El venía a mi casa -recuerda Elva - en calle Unzaga, entre Chacabuco y Patagonia, pues era amigo de una de mis hermanas. Curiosamente, allí nunca lo vi, no lo conocí. Estando en Buenos Aires, tras volver de un viaje de Bolivia adonde estuve establecida un tiempo, mis hermanas sugirieron ir a dar un paseo. Yo por entonces atravesaba una fuerte crisis de depresión por la enfermedad de mi padre. Entonces nos encontramos durante ese paseo, de noche y Marcelo se acercó a saludar a mi hermana. Ahí nos conocimos. Luego de esa vez nunca más nos separamos. Fueron 28 años. Finalmente compramos una casa en Glew, un pueblito lindo de la provincia de Buenos Aires, a 39 minutos de Constitución, que es el lugar en que vivo".

MI AMIGO TIENE UNA PENA / SOLEDAD, TIERRA Y QUIMERA / AUSENCIAS DEL PAGO VIEJO AMORES, MADRE, QUERENCIA. / COPLERO DE CIUDAD Y MONTE / DE RAZAS DESHEREDADAS /PERO REVIVE EN TUS CO- PLAS/PUEBLOS, CAMPOS Y TU INFANCIA. / COPLERO DE LOS SILENCIOS / DEL AMOR, ALMA Y VIDALA / CANTANDO TUS DULCES ZAMBAS/VUELVO A MI TIERRA LEJANA./ MARCELO COPLA FERRERYA / SONCOY BU- LIA DE MI PECHO/HOY TE CANTA AGRADE- CIDO ESTE CANTOR SANTIAGUEÑO./

"Coplas para un coplero", de Shalo Leguizamón y Germán Gómez, es una canción dedicada a la figura del poeta santiagueño. Es además una de las obras que inspiró el recuerdo de quien fuera prolífico letrista (oficio que cuenta con prestigiosos nombres: Pablo R. Trullenque, Vicente Castiñeira, y siguen las firmas). "También Felipe Rojas -nos apunta Elva- le escribió un hermoso tema, lo que demuestra el cariño y el afecto con que se lo recuerda".

Pedro Segundo Rojas Cuozzo, historiador de vivencias santiagueñas, también tiene lo suyo para decir acerca de Marcelo Cola i gallo" Ferreyra. "Tenía la mirada puesta en la belleza del cielo santiagueño comienza. Y como una forma de ejemplificar la inventiva de Ferreyra recurre a una anécdota: "en el barrio se ganaba la admiración de todos al hacer letras en forma de parodias en base a canciones conocidas. Luego ingresó en una academia de danzas y se lo distinguia por su elegancia para bailar la zamba. Tengo en el recuerdo noches interminables de amigos, zapateos, guitarra y bombo".

Trasncurre la charla y la palabra bohemio surge casi de manera obvia para describir la personalidad de Marcelo Ferreyra. Casi de manera automática, Elva corrige sobre la marcha...

"... era un bohemio muy pulcro, uno muy especial. A pesar de que parecía jocoso era tímido al extremo. Cuando llegaba a un lugar y no conocía a nadie, pegaba la vuelta y se iba. Tenía una cantidad de amigos que lo querían y lo respetaban.

¿Cuál fue la primera canción que le grabaron a Marcelo?

"Chacarera del finado", por Los Chalchaleros. Marcelo conoció a Ernesto Cabezas en la provincia de Buenos Aires, cerca de Merlo. Marcelo tenía la costumbre de silbar despacio cajonear sobre su pecho. Y Cabezas (que no lo conocía hasta entonces) iba sentado a la par en el tren; lo escucho y de inmediato trabaron amistad. Marcelo le canto la chacarera, Ernesto se entusiasmó llevó la propuesta al conjunto de grabársela. También era amigo de Juan Carlos Saravia.

Otros amigos de Marcelo eran Los Manseros Santiagueños

Los quería mucho a Los Manseros: también era amigo de Zamba Quipildor, que le grabo varios temas. También Mercedes Sosa le grabo una canción: "Cuando muere el angelito". Fue muy amigo de Juan Carlos Aguirre de Los Cantores del Alba. Muchos conjuntos importantes llevaron la poesía de Marcelo a distintos puntos del globo.

Nuevamente el que habla es Pedro Rojas Cuozzo: "otra cualidad de Mercelo  Ferreyra que lo distinguía de los adolescentes del barrio, Cuando digo el barrio me refiero al lugar de reunión, Avenida Roca y calle Catamarca.

Marcelo fue un excelente ejecutante de bombo. En el barrio se comentaba que Los Chalchaleros querían tenerlo para que les tocara el bombo a la usanza salteña. Marcelo no congenio con esa propuesta y no ingreso al conjunto. Después, en su andar con el arte nativo fue desarrollando su vuelo poético y lo demostró con su "Zamba del Cuarto Centenario", que había escrito con motivos de los festejos que se avecinaban por la fundación de nuestra ciudad. Afirmado sobre una pared y cajoneando sobre su pecho con las manos, nos canto la zamba. Las autoridades del Consejo General de Educación oficializaron  la zamba para que fuera enseñada en las escuelas".

En su cotidianeidad matrimonial, Marcelo y Elva Jugo conjugaron dos roles: esposos y creadores. Nos dice que era la cosa más natural, algo que ocurría a diario: "Marcelo hacia una letra y me pregúntala si podía ponerle música. Sucedió con María sin luz y con El niño del pájaro, un tema que hicimos para Hugo Díaz que no se conoció. Con Marcelo escribimos muchas canciones. Después de su muerte hice Alma vidalera, sobre una letra”.

Fuente: Nota extraída de la revista Santiago Guitarra y Copla, creación del Maestro Juan Carlos Carabajal.

sábado, 19 de noviembre de 2022

En fatal accidente pierden la vida tres integrantes del conjunto "Los Cantores de Salavina"

 


Un accidente de trágicas consecuencias se produjo en la ruta 3, jurisdicción de nuestro partido. Un automóvil que circulaba a alta velocidad embistió al acoplado de un camión que se encontraba detenido y resultó completamente destrozado, perdiendo la vida tres de las cinco personas que viajaban en su interior.. En tanto que las otras dos resultaron heridas de consideración.

El automóvil a que hacemos referencia procedía de Bahía Blanca, y en el mismo viajaba el celebrado conjunto Los Cantores de Salavina, integrado por Osvaldo Duthu, Luciano Duthu, Antonio Ramírez y Víctor Alberto Quinteros, a quienes acompañaba Alberto Fort, amigo de los nombrados y quien estaba a cargo del volante del coche de su propiedad, que era un Di Tella 1500, chapa-patente de la provincia de Buenos Aires 1.147.059. Los nombrados se dirigían desde la ciudad atlántica a la localidad de San Cayetano, donde debían presentarse esa noche (martes 15) a las 22. Como habían demorado la salida viajaban a marcha acelerada, a los efectos de llegar a destino a la hora en que estaba anunciada la actuación, y esto, juntamente con el estado resbaladizo de la carretera por causa de la humedad ambiente, pudo haber tenido mucho que ver en la catástrofe.

Cuando el coche se aproximaba al kilómetro 514,500 - sea a la altura del camino de acceso a la localidad de Micaela Cascallares, el conductor advirtió, en medio de las sombras de la noche, eran las 19.45 la presencia de un camión, por cuyo motivo apretó violentamente los frenos, según puede colegirse por las señales que las ruedas dejaron en el afirmado; pero ya era demasiado tarde, pues el obstáculo ya estaba encima, y aunque el manejante trató de desviarse con un violento viraje, no pudo evitar el choque, que fue terrible, al punto que todo un costado del rodado fue prácticamente arrancado, quedando también des- trozado casi todo el resto del vehículo.

Las tres personas que viajaban en el asiento trasero sufrieron más que sus compañeros que iban adelante los efectos del impacto. Aquellos eran Luciano Duthu, Victor Humberto Quinteros y Antonio Ramirez, quienes murieron instantáneamente, en tanto que Osvaldo Duthu y Jorge Alberto Fort sufrieron heridas de consideración.

El camión, que se había detenido por desperfectos, era un Fiat, chapa-patente 835.474, perteneciente a la empresa CITI, de la Capital Federal. Lo conducía Pedro Segundo Marinero, soltero, de 24 años, domiciliado en la metrópoli, a quien acompañaba Francisco Moyano. Se dirigía hacia Comodoro Rivadavia con mercaderías generales.

Inmediatamente, los camioneros trataron de auxiliar a las victimas luego de ver el cuadro desgarrante que ofrecían. A tales efectos intentaron obtener el concurso de automovilistas que pasaban por el lugar, pero tres de ellos no se detuvieron. Recién el cuarto y quinto vehículos pararon era un Rambler y el segundo una camioneta Di tella, cuyos ocupantes se prestaron, en un rasgo de solidaridad humana, a trasladar a los muer tos y heridos a Tres Arroyos. Los condujeron al Hospital Pirovano, en cuya morgue fueron depositados los mientras que a los heridos se los internaba para su rápida asistencia. El primero en atender a últimos fue el doctor Fontán, quien estableció que Osvaldo A. Duthu presentaba una ligera conmoción a estos cerebral. y Fort también una conmoción cerebral de carácter reservado, y heridas cortantes. El último de los nombrados a ser trasladado a Bahía Blanca en horas de la madrugada.

Publicada originalmente en Revista Folklore Nº 53 (octubre 1963)


Chacarereando con Miguel Simón

 


Bajo el quebracho del patio el mate iba y venía como el péndulo de un reloj. También iban y venían los cuentos, los chistes, las nostalgias. Acabábamos de comer unas empanadas en el amplio comedor de la casa y asentábamos la comida con unos verdes. Nora Urdinola, Marcelo Santillán, Los Manseros Santiagueños y Cacho González acompañaban a Folklore en à visita a la casa de una de las familias "musiqueras de Santiago del Estero y la rueda se había agrandado con los hijos y los nietos de don Miguel Simón, uno de los famosos Hermanos Simón.

Pronto la chacarera nos envolvió todos. Don Miguel se animó, pidió su bandoneón y ya estábamos todos acompañando con palmas...

De pronto, se paró la música y se inició una charla sobre la "Apología de la chacarera". Su origen e intérpretes. Como no se ponían de acuerdo, ya que Nora opinaba que la había oído interpretada por primera vez por Eduardo Avila cuando integraba una delegación provincial al Festival de Cosquin y se la creía anónima, don Miguel propuso aclarar y documentar el hecho. Así fue como, entre mate y mate, entre zamba y zamba bailada por Marcelo y Nora, entre chacarera y chacarera matizadas con tortilla al rescoldo, nos enteramos de algunas cosas relatadas por boca de Miguel Simón.

-No hace mucho me escribió don Atahualpa Chavero Yupanqui desde París. Me pedía que cuando fuera al cementerio, le pusiera una flor de ucle a la tumba de mi hermano José, en su nombre. Lo estimaba mucho porque mi hermano tiene muchas obras lindas y auténticas, que a don Ata le gustaban. Además una hermosa amistad nos unió desde muchos años atrás.

Recuerdo cuando estábamos actuando en el Rancho de Atahualpa, en Tucumán llevaba su nombre pero él no se ocupaba de eso. Atahualpa venía todas las noches a comer con nosotros y nos contábamos muchas cosas. Era 1964, más o me- nos. José recitaba en ese lugar la "Apología de la chacarera' que Julio Gerez había escrito entre los años 42 al '45, y que el Dr. Faro -abogado y letrista- había completado y arreglado. Nuestro conjunto había estrenado ese poema en el casino de Termas de Rio Hondo en 1953 y desde entonces lo incluíamos frecuentemente en nuestras presentaciones porque gustaba mucho al público.

Un día Yupanqui le dijo a José que no había dormido en toda la noche pensando en una glosa sobre la vidala que finalmente escribió. para que José la dijera. Es ésta.

Miguel nos acerca entonces un papel ya un poco ajado, don- de leemos, con la letra característica de A. Yupanqui: "Copia para el amigo José Simón. Para que rece la copla cuando se proporcione": firmado: Atahualpa Yupanqui, 21/IX/65.

Es la glosa que hacia el Chucaro en sus espectáculos y que también dice Leocadio Torres. Dice: "Me está quemando en el pecho/la copla de la vidala/y ando solo por el mundo no tengo bombo ni caja. / La vida es todo camino / toda recuerdo y distancia y esta copla consumiendo mi corazón en sus brasas. Allá por sobre los montes la luna redonda pasa ¡Ay si pudiera ayudarme, ay si la luna bajara!/ Si la tuviera en mis brazos / tendría la mejor caja pa tinquiarla despacito mientras suelta la vidala. Para cantarle a Mailin /a Añatuya, a La Banda, / Herrera, Suncho Corral / a Salavina y Barranca y andar por todo Santiago con una luna por caja después perderme en el monte buscando la Salamanca."

Los Hermanos Simón comenzamos diecisiete años antes que Los Hermanos Abalos. Nos iniciamos en el año 35 actuando en el Cine-teatro Renzi y en el 37 inauguramos las pruebas para la radio santiagueña LV11.

Antes actuábamos en el conjunto de Basualdo porque todos los que estábamos con Chazarreta seguimos con él.

Justamente, hablando de Basualdo, me acuerdo que en el casamiento suyo, donde don Andrés Chazarreta era el padrino. Se tocó La López Pereyra, zamba que se hubiese tal vez perdido si fuera porque don Andrés la recopiló y publicó en el año 20. Nadie puede adjudicar la paternidad de esa obra. Y es imperdonable la actitud de los amigos salteños que promovieron todo ese asunto. Esa es una zamba mostrenca, igual que la de Abril. Tengo mis razones para decirlo porque viví muchos años en Salta y Jujuy. El Payo Solá murió prácticamente en mis brazos, así que miren si tengo también mis raíces extendidas hasta allá.

No sólo hemos recorrido todos. Los escenarios del país con el conjunto, sino que todo el país viene a mi casa. Ahora por ejemplo, los que estamos, somos casi una convención de provincias. Los Manseros dicen que me van a dedicar una foto para ponerla en la puerta pa' que no entren los gatos. Aunque gatos les dicen a los tucumanos, ¿no?

-Bueno, gatos hay en todas partes...

Una guitarra interrumpe el relato de Miguel Simón. Y todas las voces se unen en la chacarera que tiene Miguel con el Cacho Lobo... Y el canto se llevó los cuentos y los chistes. Ya no pudimos sacarle nada más...

Publicada originalmente en Revista Folklore Nº 288 (diciembre 1978)



viernes, 18 de noviembre de 2022

Dicen Los Hermanos Simón: En la música criolla de ritmo bailable se objetiva el espíritu retozon y andariego del nativo.

 


ENTRE los valores del folklore argentino, particularmente del regional norteño, los hermanos Simón tienen ganado ya un lugar de alta consideración. Compositores y ejecutantes de nuestra música nativa, de ingenua expresión y típico colorido, se han incorporado a los creadores vernáculos con una dignidad propia y característica, dentro de las modalidades del género.

El Simón son santiagueños de nacimiento, descendientes de siriolibaneses, llevan en la sangre un signo racial definitivamente enraizado en la vida y costumbres del Noroeste. He aquí otro caso singular, como el del salteño Falú, de folkloristas que, sin ser producto genuino de generaciones identificadas en el medio geográfico e histórico, según las leyes biológicas, son auténticos intérpretes del ser natural que les rodea. El éxito de las composiciones de este conjunto, sin olvidar que los Simón son autores de méritos propios, lo revela bien a las claras el hecho de que ellas sean grabadas en la actualidad por las figuras más cotizadas de la canción popular como: Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Hugo Díaz, Los Cantores de Salavina, Martínez-Ledesma, etc.

DON JUAN, EL PADRE... FORMACIÓN ARTÍSTICA

Esto fue en los primeros años de la adolescencia, allá por 1920 y 1922.

Por entonces Don Juan, padre de los Simón, tenía un negocio de confitería en el mercado viejo de la ciudad, el cual conservaba, hasta su demolición en 1936, el característico aspecto de una aldea colonial, El negocio era muy frecuentado por improvisados guitarreros que no por tales dejaban de tener aprestos de payadores. Don Juan, no obstante su origen árabe, tenía predilección por la música criolla, alentaba y favorecía en su negocio las manifestaciones primerizas de recordados cultores santiagueños como Werfild Maldonado, Ramón Oviedo, "Pibipi" Arce, nombres que se recuerdan siempre frescos en el historial lugareño, otros, como Tapia y Orellana, aparecen borrosos en la reminiscencia, el payador de a caballo José Mariscal, que cantaba con sugestiva fluidez en las fiestas religiosas y populares de los aledaños, y también en los entreveros políticos y partidarios.

Naturalmente en aquella época atraían la atención del público concurrente al lugar, y en mayor grado de los chiquillos que olvidaban sus mandados, entre de los chiquillos, como es de presumir, los hijos del comerciante, es decir los hermanos Simón, que no tardaron en familiarizarse en la ejecución de la guitarra, destacándose bien pronto Juan, que se convirtió en el centro de interés de cuantos frecuentaban la confitería.

CINCO HERMANOS... UN GRUPO FAMILIAR..

JUANITA:

Vocalista, casada, tiene tres hijos, dos mujeres y "Cachito", de 8 años, entusiasta guitarrista y ya se perfila como un precoz artistas del bombo.

JOSE:

Es el mayor de los hermanos, guitarrista del conjunto, es padre de cuatro hijos, un varón bachiller, y las niñas estudian, en la Universidad, en el magisterio y en la escuela primaria; comenzaron, además, con el piano y la guitarra.

JUAN:

Primera guitarra, primero en proyectarse al público a través de sus ejecuciones, empleado en Salud Pública de la Nación, tiene cinco hijos, todos varones; uno de ellos maestro de obras de la Escuela Industrial; otro, oficial de Policía, y los demás estudian en el curso secundario.

MIGUEL:

Bandoneonista, instrumento básico del conjunto, pertenece al personal de Salud Pública de la Nación. Tiene cuatro hijos, dos varones y dos mujeres. El mayor se dedica al co- mercio, y el menor ingresó a la escuela primaria, las mujeres son maestras.

RICARDO:

Bombista, es el más joven de lo: hermanos Simón. Empleado preparador de farmacia. Tiene una hija de 11 años y otra de 3 años. Posee condiciones singulares para la ejecución del bombo.

Como se ve, los hermanos Simón no sólo forman un con- junto musical, sino un importante grupo familiar, digno de especial consideración en el coeficiente demográfico.

Publicada originalmente en Revista Folklore Nº 74 (2/6/1969)

 

Mario Arnedo Gallo evoca a Benicio “Soco” Díaz:

 


Admiradores de Salgán y de Villegas, los jóvenes de entonces gustaban del jazz. Y lo que Mario comenzó a practicar. Pero por allí estaba don Andrés Chazarreta con su pasión por el folklore y los hermanos Díaz con sus chacareras que, poco a poco, lo fueron influenciando para volverlo hacia el folklore.

Arnedo Gallo vuelve a su pasado para recordar a Julián y Benicio "Zoco" Díaz, empleados en Tribunales.

-Sencillo y talentoso, Benicio había hecho hasta el 4º año de medicina, pero la práctica de su trabajo en tribunales lo llevó a escribir un folleto sobre "Procedimiento Penal" que fue un poco la biblia de los noveles abogados santiagueños. Benicio era tan sensible comenta Mario que me agradecía por invitarlo a comer sin la guitarra. Es que la interesada costumbre de la gente, de invitar a los artistas con el único objeto de utilizarlo para animar sus reuniones, es lamentablemente muy divulga- da en nuestro medio, como si el arte no fuera un trabajo como cualquier otro y debiera regalarse como una muestra sin valor.


Santiago del Estero: Corazón folklórico nos da hombres como “Cachilo” Díaz

 


Visitando en Santiago del Estero, en una cálida tarde de invierno, a un amigo poetas, la conversación recayó, naturalmente, en lo folklórico. ¿Qué pasa en Santiago con el folklore? ¿Gustan los santiagueños del cancionero de Leo Dan más que el de Chazarreta? Nos propusimos averiguarlo y comenzamos a requerir datos y direcciones de los más renombrados músicos del lugar. Sólo disponíamos de unas horas en esa capital norteña y queríamos aprovecharlas bien.

 -Puede comenzar sus visitas por lo de Cachilo Diaz -nos dijeron. 

-¿Dónde vive? En Santiago, todo queda "ahicito nomás". También lo de Cachilo Díaz.

En efecto. Dimos vuelta a la esquina y ahí, a media cuadra, abría sus brazos acogedoramente la fachada de un viejo chalet provinciano pintado de blanco, con añosos árboles y plantas de jardín. Golpeamos las manos y salió a recibirnos una señora, que luego supimos era la esposa del músico. Sin saber quiénes éramos; sólo el expresado deseo de cambia: unas palabras con el dueño de casa, bastó para que nos hiciera pasar al vestíbulo. Allí, en un hall transformado en estudio, un pequeño de unos nueve años deletreaba las notas de una partitura y tocaba en la guitarra, demasiado grande para él. El maestro nos saludó sin demostrar extrañeza ante nuestros rostros forasteros, pero su rostro se mostró muy expresivo cuando le dijimos nuestros nombres y el de la revista. De repente se acortó la lección del pequeño y quedamos solos. Desde las paredes, nos contemplaban partituras, fotos, pergaminos y mil recuerdos más de la carrera de los Hermanos Díaz. Porque eran dos: Julián Antonio y Benicio.

Estamos ante Julián; 61 años cumplidos el 24 de marzo de este año. Enseguida quiere saber de Buenos Aires. Su único contacto con la capital es la radio. "En ella escucho a los solistas-dice-. Quisiera ir a las peñas de Buenos Aires y ver a toda la gente famosa y que ama el folklore".

Julián Diaz, natural del pueblo de Salavina, inmortalizado en varias composiciones musicales, se radicó en Santiago en 1916, para estudiar violín. Había nacido en un hogar de músicos; su abuela tocaba el arpa y la otra abuela la guitarra. Tuvo que abandonar el estudio de violín porque el profesor se mudó de provincia, pero no se resignó a dejar la música. Entonces se compró una armónica y comenzó a sacar en ella, de oído, aires tradicionales. No terminaron allí los inconvenientes musicales. A raíz de una operación de paperas, le prohibieron tocar la armónica, y lo enviaron al campo a recuperarse. Pero tampoco eso fue bastante para amilanarle y se las ingenió entonces para que un peón del campo donde pasaba esas forzosas vacaciones le enseñara tres tonos en la guitarra.

 Cuando regresó a la ciudad, ya la guitarra era su pasión. Algunos pensionistas en su casa tocaban ese instrumento y pudieron ayudarlo a buscar nuevos tonos. Después, se empleó en el Gabinete Dactiloscópico de la Policía y el destino quiso que su jefe, don Manuel Zamora, también tocara la guitarra. Ese fue el lazo más efectivo para iniciar una larga amistad. Y ambos comenzaron un estudio de guitarra por cifra, con gran dedicación y entusiasmo.

Por ese entonces, su hermano Benicio tocaba mandolín y bandoneón. ¿Qué mejor, entonces, que formar un dúo? De entonces, Julián Diaz recuerda con una sonrisa melancólica cómo cada vez que actuaba en público encontraba su guitarra totalmente desafinada, producto de una broma pesada de su hermano.

El dúo de los Hermanos Diaz se inició con un mes en "Achalay Huasi", la peña de moda de ese entonces. Allí se convirtieron en éxitos sus composiciones "La finadita", "La amorosa", bautizada así por Estela Peña, "El pintao", "La vieja", recogida al arpista Gervasio Contreras. "Andando" (vidala), "La olvidada" (Nunca te olvidaremos) y muchas más que casi se folklorizaron de tan populares.

No olvidaron nunca el éxito que tuvieron al lado de Adolfo Abalos en el Palacio Municipal de La Plata, antes de regresar a su provincia.

Julián creó así más de sesenta obras, que se las "pasaba" silbando a su hermano Benicio. Cada nueva obra era es- trenada en una "cacharpaya" por Benicio y allí se la bautizaba. Así pasó con "El pintao", que fue llamado así por Rodolfo Paz, inspirado en un gato manchado.

Una vez llegó a Santiago, en una de sus giras, Atahualpa Yupanqui, y Julián Diaz lo buscó y lo llevó a su casa. De esto hacen ya 35 años de profunda amistad.

La amistad es para Cachilo Díaz un valle donde se refugian todas las personas que lo reconocen. Y también los que no lo conocen pero lo presienten desde el umbral del canto. Hasta los jóvenes, los que quieren beber de la fuente, acuden a su lado desde todos los rincones de nuestra tierra cantora. Hace unos días, fueron Los Peregrinos que llevaron a su lecho de enfermo su acento sureño en canciones de amistad. y consuelo. Los jóvenes Peregrinos cantaron por y para Cachilo Diaz al pie del sol santiagueño, en un simbólico abrazo: de la tradición y su futuro.

La belleza de las melodías, el encanto del ritmo netamente tradicional conquistaron siempre a los oyentes, que aplaudieron fervorosamente sua obras, y también a otros compositores, que desearon hacer su aporte espiritual a ellas. De esta manera fue que Oscar Valles y Atahualpa Yupanqui le solicitaron autorización para poner palabras a su música, y actualmente han salido ya algunas de ellas.

Fallecido su hermano Benicio, se retrae en su refugio provinciano.

Hace pocos años, un espasmo cerebral le dejó como saldo una leve parálisis del brazo y le aconsejaron dedicarse a la enseñanza de la guitarra, como sistema práctico de reeducación del miembro afectado. Desde entonces, su casa está siempre frecuentada por sus alumnos de todas las edades.

Jubilado de su cargo como empleado de los Tribunales, sus alumnos le ayudan a vivir sus horas de música en alegre compañía. Puede dedicar sus horas de paz a la composición. y al estudio de un instrumento que es siempre un misterio.

Conversando con Julián Díaz, casi se nos pasó la hora del almuerzo. Sin embargo, no quisiáramos despedirnos, envueltos como estamos en su mundo de recuerdos, todos gratos. La tarde santiagueña cae a plomo sobre nuestras cabezas que repiten la melodía de "El pintao", mientras caminamos hasta el hotel, que "queda ahicito nomás..."

Alma Garela

Publicada originalmente en Revista Folklore Nº 74 (27/9/1966)

"Así cantaba un paisano, paisano salavinero"

 


¿QUIEN de nosotros no tarareó alguna vez "La olvidada”, “La alabanza” o “La blanca rosa”? Lo hicimos más de una vez por cierto, y por el milagro de la música nos sentimos transportados a la tierra del algarrobo y el chañar: una chacarera juguetona y las parejas que levantan polvareda mientras la bailan...

Ese es el gualicho que encierran todas las obras que nos han entregado a lo largo del tiempo los hermanos Díaz; su música pura, sacada de la tierra misma, nos conduce imaginariamente a sus fuentes naturales. Es mucho lo que les debe el folklore santiagueño a los hermanos Díaz; lamentablemente sólo podemos hablar con uno de ellos, dado que Benicio, a quien apodaban el Zoco, falleció hace varios años (1948).

Conversamos con Julián Antonio, más conocido como Cachilo Díaz; su casa son dos brazos abiertos siempre dispuestos a recibir a los amigos. Allí se realizan fiestas criollas y es dable escuchar a conjuntos o solistas de renombre, que llegan a visitarlo. Entre éstos merece una mención aparte Atahualpa Yupanqui; con don "Ata" no sólo ha firmado obras, sino que hay entre ambos una amistad que nace en viejas cacharpayas, donde juntos supieron pasar horas inolvidables.

UN POCO DE HISTORIA

Julián Antonio Díaz, éste es su nombre completo, nació en Salavina; fue el 23 de marzo de 1905 y eran sus padres Julián E. Díaz y Crescencia Torres.

Desde pequeño se sintió atraído por la música, llegando así a dominar varios instrumentos. Primero fue la armónica; más tarde creyó haber encontrado su verdadera vocación en el violín; tal es así que mientras cursaba sus estudios primarios en Buenos Aires, concurría al Conservatorio de Música que estaba bajo la dirección de los profesores Fracassi y D'Andrea. Al año siguiente (1917), retorna a Santiago, donde continúa rus estudios primarios y comienza con el aprendizaje de la guitarra, progresando rápidamente.

NACE UN DUO

Tiempo después formó un dúa con el Zoco y no había fiesta criolla donde no estuvieran presentes estos dos hermanos. Juntos recorrieron gran parte de Santiago y tuvieron así ocasión de escuchar a los más diversos músicos; pero quizá quienes más contribuyeron a inspirar sus creaciones, fueron esos paisanos lugareños, fieles intérpretes del sentir folklórico.

Los hermanos Díaz supieron escuchar, supieron compenetrarse, y no tardaron en ocupar un primer plano en el campo de la composición. Entre sus numerosas obras, todas ellas de un marcado sabor telúrico, se encuentran: "El pintao", "Achalay", "Don Benicio", "El pilón" (gatos), "La alabanza" (chacarera) y "La amorosa" (zamba); estos dos últimos títulos han cobrado circulación no hace mucho en el mundo del disco: la primera, en versión de Los Huanca Hua, y "La amorosa", con versos de Oscar Valles, ha sido grabada por Los Cantores de Quilla Huasi.

Los Hnos. Díaz también llevaron al disco sus propias canciones; en 1947 grabaron para la R.C.A. Víctor dos chacareras: "La olvidada" y "La finadita", y dos zambas: "La del 11" y 'La amorosa" (sin letra aún).

Al año siguiente fallece el Zoco Díaz, por lo que Cachilo decide hacer acallar su guitarra... Pero al cabo de dos años comprende que la mejor manera de recordar al hermano perdido, es templando dicho instrumento. Fue entonces cuando Cachilo Díaz sintió renacer su fibra de compositor, mereciendo destacarse entre sus últimas obras 'La humilde" (chacarera grabada por Atahualpa Yupanqui y Los Hermanos Simón entre otros) y la vidala "Sentido estoy", dedicada al querido Zoço con letra de Atahualpa Yupanquí.

PREFERIDOS

Cuenta Cachilo que en su infancia escuchó con frecuencia a un violinista no vidente, allá por Salavina; su nombre era Conrado Pérez, y actuaba acompañado por su tío Epifanio. Posteriormente recuerda haber escuchado a otros músicos, pero ningunos tan buenos como aquéllos (habría nacido aquí su presunta vocación por el violín). En cuanto a los artistas profesionales de hoy, admira a los Hermanos Simón por su fidelidad interpretativa.

HOGAR, DULCE HOGAR

Cachilo Díaz está casado con María Luisa Terribile, y precisamente el pasado 17 de junio cumplieron las bodas de plata. Tienen un hijo, Luis Mariano, a quien todos lo conocen como el Tushca; guitarrero y buen bombisto (como todo santiagueño), colabora con el padre en la enseñanza de música nativa...

Nosotros cerramos aquí nuestra nota con la esperanza de haber saldado, en parte, la deuda que teníamos con Cachilo Díaz.

Publicado en Revista Folklore Nº 74 (4/8/1964)


"Soco" Diaz, Músico de la tierra

 Por Atahualpa Yupanqui



Santiago del Estero es una provincia elegida por los viejos Dioses de la armonía. Es un pago milagrero y deslumbrante.

Como tiene poca agua, y las industrias eligieron otras comarcas, le tocó a Santiago la calificación de "provincia pobre".

Pero la compensación está en los hijos de esa tierra. En los hijos con "autenticidad" santiagueña. Es decir, en los que tienen abuelos enterrados en la tierra bien-amada. Porque esos "hijos" mantienen en sus venas el rumor de la leyenda, la "sacha historia" narrada por las viejas pitadoras, en esas horas en que los changos luchan con el sueño, mientras las hachas derribadoras del monte brillan reflejando un pedacito de luna y los diferentes ruidos del campo no son sino rumores musicalizados por un aire livianito; y el yanácari, "atajacaminos" comienza a atravesar su brevísimo ponchazo sobre las huellas, y el cacuy, en el fondo del algarrobal, pareciera señalar al entendido, la senda que lleva hasta la temida y anhela- da Salamanca de la selva.

No es extraño, entonces, que Santiago del Estero sea tierra de músicos. Tierra de trovadores, de rapsodas, de juglares.

Los hubo en todo tiempo, y muy famosos. Can- tores con mentas de "supayoj", es decir, de "endiablados", como el Chumpi Galarza, que caminando desde el sur de Suncho-Corral, entró en campo santafecino -y, dándose cuenta que había "vandeao" su provincia natal, volvió, y rompiendo la guitarra, se perdió en el monte, y nada se supo de él desde entonces.

Tierra de músicos, de los Nachi Gómez, de los Costas, de los Laurindos. Chazarretas, Aguirres, Guilli González, Acosta, Corvalanes, Díaz, Gallardos y Palavecinos.

Esta noche, quiero conversar, entre rasguido y rasguido de Benicio Díaz, nacido en Salavina, buscó la capital santiqueña para sus estudios secundarios. Estoy seguro que se habrá sorprendido al comprobar que en la ciudad no se enseñaba en quíchua, lengua que él hablaba corrientemente.

Soco Díaz estudió música. Tocaba guitarra y bandoneón. Es decir: Estudió solfeo y teoría. Miró sobre el pentagrama los signos que concretaban en cierto modo ese misterioso mundo que le bullía en el corazón desde niño. Porque la música alentaba dentro de él como una necesidad natural de respirar, de mirar, de sentirlo al desierto, a las salinas, a los jumiales, a las represas, de ver su paisaje con amor de "shalaco", y de expresarlo en música, con una chacarera, con un escondido, con una zamba, o una vidala de esas que se dicen a la hora en que todas las palabras se con- vierten en una íntima confidencia.

Soco Díaz era mozo inteligente y bastante versado en muchas cosas. Lo he tratado durante años, y nos dábamos el trato de hermano. Era ingenioso; y alguna vez, por ahí, en cualquier lugar del campo santiagueño, que recorrimos juntos tanto tiempo, hacíame escuchar un aire de chacarera bien quichuista, y luego, para pedirme que la repitiera yo en guitarra, me decía: "Traducíla". ... Y, en verdad, había que traducirla, del quichua al español, musicalmente hablando.

Otra vez, un director de banda le pidió una música, y leyéndola rápidamente, quiso saber el tiempo de una frase; y le preguntó a Díaz: "Dígame, Díaz, ¿esto va en tiempo "vivo" o "moderato”?". Y el Soco le respondió: "Vea: como si quisiera disparar... Pero después de haber almorzao, sabe?... Le encantaban las ocurrencias. Pero en materia de música, de composición, ya no había bromas. Era serio, y, muchas veces, in- tolerante, exigente. El pensaba que variar una frase de una vidala de Salavina era como arrancar un algarrobo secular para plantar una dalia o cosa así, en su lugar.

Su música era perfectamente bailable. Si lo sabrán los paisanos de allá.  Pero era gratísimo escucharla en silencio, por la noche, cuando el airecito hamacaba los aromas del jume y el poleo, y el patio parecía combo bajo la luz de una vela de largo pabilo, escondida entre las macetas, "pa que dure"...

Alguna otra vuelta seguiremos conversando sobre este Benicio Díaz, entrañablemente santiagueño, y con un universo en su emoción de músico de la tierra. Por ahora, dejemos que avance el recuerdo de sus melodías, que nos compensan de horas ingratas, de muchos sinsabores sin belleza. Sus melodías apuntalan el alma criolla y nos hacen sentirnos más argentinos: argentinos con ganas...

Publicada originalmente en Revista Folklore el 1/04/1962


El ritmo tiene un nombre: Domingo Cura / Prudencia y humildad, condiciones del bombisto

 


La melodía de nuestra música nativa es, en general, fácil y hasta pegadiza Carece de atonalidades y variaciones, como que deriva de la creación popular, que siempre es simple. Pero con el ritmo pasa otra cosa. El ritmo el de las chacareras, el de las zambas, el de las vidalas es un apoyo oscuro, pero real, a veces no demasiado evidente, pero siempre presente. Y para esa condición un poco clandestina, el ritmo no siempre es apreciado como se debe. Es materia para iniciados. Para conocedores. Y para sentidores".

Por ahí escuchamos tocar una chacarera. Un ruidoso bombo le hace el acompañamiento rítmico. Y no es el ritmo de la chacarera. O escuchamos una zamba y el 3 por 4 que la ayuda resulta demasiado apurado o demasiado estridente. Y entonces no es ritmo de zamba. El ritmo impecable, el que se Dos va entrando al corazón como un latido devuelto desde afuera, es el que apenas se escucha, el que da la arquitectura secreta, discreta, de la melodía. Un ritmo como el que hace Domingo Cura.

Hay una clave, naturalmente: Domingo Cura es santiagueño, de la misma ciudad. Y ya se sabe que los santiagueños tienen el ritmo metido en sus huesos, en los secos huesos de Santiago del Estero con que se abonaron los cimientos de tantas ciudades

Ese ritmo les viene misteriosamente de la tierra, el monte, el salitral, el río... Por qué será? Nadie lo sabe. Pero Cura es el bombo caminante de Santiago, Empezó acompañando a un cuñado que no es un cuñado cualquiera porque se llama Hugo Díaz: un monstruo que hace con la armónica lo que no se podría hacer con una orquesta sinfónica. Cura tenía 10 o 12 años y otros tantos su acompañante.

¿Quién le enseñó a tocar el bombo, Domingo?

- Nadie contesta con esa voz humilde, mediterránea, en la que la "ese" santlagueña se pierde detrás de la "e". Nadie le enseñó, O sea, todo se lo enseñó la gente, el ruido, el baile, el canto de los chilicotes, la caída del agua en una piedra... Nadie. Todo le enseñó el ritmo universal.

-Después vinimos a Buenos Aires y yo seguí trabajando con Hugo durante cinco años. Después empecé a grabar acompañando a muchos conjuntos como Las Hermanas Verón, Los Quilla Huasi, Martinez - Ledesma, y prácticamente con todos los folkloristas. Son muy pocos los vocales e instrumentales y los conjuntos que que en algún momento no hayan tenido mi acompañamiento...

-¿Solamente folklore?

-Solamente folklore. Y a veces acompaño otros ritmos -Chico Navarro, por ejemplo, o Palito Ortega, Lucho Gatica, Vicentico Valdés, Nat King Cole. Pero en estos casos uso otros instrumentos de percusión.

¿Qué le resulta más grato acompañar? Folklore u otros ritmos?

-El folklore, por supuesto. Lo hago con más sentimiento. Con el bombo apoyado en la rodilla me siento rey del mundo...

Cuál es el misterio o el secreto del bombo?

Saberle sacar un sonido y matizarlo discretamente, No se trata de tocar fuerte. sino de hacerlo hablar, Y sobre todo, no sentirse más importante que el solista; ayudarlo, apoyarlo, darle los compases y estarle atrás sin molestarlo, pero sin pre- tender aparecer en primer plano,

-Es un oficio de humildad

De prudencia, diría yo. Siempre hay que saber estar en el lugar que corresponde. Pensamos que In deformación profesional que tiene Domingo Cura como la tienen todos los profesionales es precisamente la humildad, la prudencia. Se percibe en su tono de voz, medido, quedado, casi inaudible por veces; en su actitud que es la misma actitud del paisano del interior cuando pide permiso para pasar sin pre- tender atropellar nunca.. Y pensamos que ese oficio de humildad y prudencia sólo puede ser ejercido por quien tenga especialisimas condiciones personales.

¿En qué grabación se sintió usted más importante?

-En la "Misa Criolla". Yo estuve allí a cargo de la percusión. Al lado mío estaban Chango Farías Gómez, Alberto Alcalá, Jorge Padin, José Correales y Alfredo Remus, Yo los dirigía y realmente sentí que ese era el momento más importante de mi vida artística.

-¿Cuál es el mejor baterista contemporáneo argentino?

Jorge Padin; es el más completo.

-¿Qué opina de Chango Parías Gómez en el bombo?

Es extraordinario...

-¿Mejor que usted?

Cura se ríe y piensa un rato. Luego contesta:

-Es el mismo estilo. Los dos sentimos lo mismo. Tocamos diferente en la posición de sostener el instrumento, pero tocamos muy parecido..

Prudencia y humildad: el oficio de Cura salta hasta en las respuestas.

 -¿De qué material tiene que ser el bombo de calidad?

Tronco de ceibo porque la madera terciada no le da el sonido que debe tener: también puede hacer de quebracho blanco, pero a mí me gustan los bombos hechos de ceibo. El cuero puede ser de cabra: puede ser de vaca, pero el cuero de cabra se afina mejor que el otro. Los palos pueden ser de cualquier material; la maza la hago con algodón prensado. Con esos elementos ya se puede decir que el bombo es bueno.

-Pero para que el bombisto sea bueno..

 -Bueno, para eso tiene que gustarle mucho el folklore, sobre todo cuando debe tocar chacareras truncas, que es lo más difícil para acompañar. No cualquiera puede hacerlo. Por ejemplo, Chango Farías Gómez y su hermano Pedro pueden acompañar bien una chacarera trunca; ese muchacho Abalos que acompaña a Alberto Ocampo también es un excelente bombisto. Y Vitillo Abales, el bombisto que más he admirado.

El bombo es un instrumento típicamente folklórico; ¿no es cierto, Cura? ¿No se usa en ningún otro ritmo?

No. Solamente para folclore

-De modo que es un instrumento típicamente nuestro.

Si. Y no solamente nuestro, sino que no lo veo acompañando ningún ritmo extraño.

-Cura, una palabra más: ¿qué está haciendo ahora?

Estoy de percusionista en Canal 11. sigo grabando con muchos artistas, Mercedes Sosa, Jaime Torres, Ariel Ramírez, etc. Actuó en "Poncho Verde". Y así andamos.

 -¿Gana bien?

Gana bien, No hace falta que la prudencia y la humildad de Cura nos lo digan. Es un gran artista, atrás de su que su humilde hay instrumento. Y hay que pagarlo bien. Porque en la Argentina, cuando se escucha un bombo diciendo su parte desde atrás, sin bambolla, sin alharaca, haciendo su papel Justo y precisa, calentando el alma maravillosamente, podemos afirmar sin temor de equivocarnos que ese es Domingo Cura.

Publicada originalmente en Revista Folklore el 2/05/1968